𝐂𝐇𝐀𝐏𝐓𝐄𝐑 𝟏𝟔. no hay nada igual

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Los pies seguían plantados firmemente en el suelo, y aún se apoyaba sobre el recibidor de la oficina

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Los pies seguían plantados firmemente en el suelo, y aún se apoyaba sobre el recibidor de la oficina.

Si no fuera por esto, probablemente habría salido huyendo de allí, o por lo menos se hubiera tropezado con sus propios zapatos, y caído de forma vergonzosa. Pensaba que debía estar soñando, alucinando o algo por el estilo. Que todavía se encontraba en el campo, haciendo pruebas con el aeroplano Curtiss A-8 "Shrike", y en una de esas, se había golpeado fuertemente la cabeza, y ya se le habían mezclado los recuerdos del pasado con el presente. Sí, le veía más sentido a ese análisis, a que pensar que el precioso y tentador Omega de mirada dulce, estaba frente a él.

Seguía sin poder creerlo.

—Lulu, y-yo... No lo entiendo... ¿Qué haces aquí?

—Adam... Te he encontrado —las lágrimas no se hicieron esperar y salieron de sus ojos azules, recorriendo sus mejillas sonrosadas.

El hombre al que tanto había buscado desde hacía meses, prácticamente desde el comienzo de su embarazo, lo había encontrado en medio de una oficina de correos, cubierto de mugre y tierra; a pesar de su imagen como piloto macho y aguerrido, parecía un plebeyo más, un tipo común y corriente que no resaltaba ni en la clase media alta. No lo pensó al primer instante, sin embargo, Lucifer empezó a razonar después. "¿Qué fue de ti todo este tiempo?", se preguntaba internamente.

Adam, por su parte, no dejaba de mirarlo y recordó nítidamente la primera vez que se conocieron.

Había viajado a Inglaterra para probar su suerte, y de paso, permitir que se enfriara un poco la complicada relación de amor-odio que traía con una dama de hierro, quien no hacía más que desesperarlo y hacerle sentir inferior.

Joseph Magne había escuchado rumores de él, (más malos que buenos en realidad), y llegaron a coincidir en una cena gracias a la amistad que Adam había forjado con uno de sus hijos mayores, específicamente Zacarías, pues compartían una sólida pasión por los aviones militares, una máquina que su padre consideraba "una abominación ligada con el Diablo". El viejo Alfa había mirado con fastidio e indiferencia al joven americano, cuando le enseñó algunos planos de un prototipo que él mismo había diseñado de un aeroplano que no sólo resistiría las tormentas de lluvia y nieve, sino también sería capaz de despegar y aterrizar en el mar; Joseph creía que estaba frente a un lunático y con tono despectivo, le ordenó que no volviera a hablar de ridiculeces frente a él o su familia. Tampoco ayudaba el hecho de que Adam no poseía un título nobiliario o un apellido de familia "renombrada", por lo que fue más razón para casi correrlo de su trabajo. Nadie creyó que alguien como él podría llegar muy lejos, y cuando estaba a punto de largarse, el menor de los vástagos del gran empresario se acercó tímidamente y le externó que su idea era brillante, pues de cierta manera, le recordaba mucho a los patos: aves migratorias capaces de volar y nadar, que recorrían enormes distancias cada año.

Recordó la leve sacudida que sintió en su pecho la primera vez que vio a Lucifer, un hormigueo le recorrió el cuerpo completo, despertando y activando sus dormidos sentidos. Lo miró como si nunca hubiera visto antes a un Omega tan hermoso como él. Qué agradables le parecieron las facciones finas y delicadas de su rostro, su piel pálida, blanca como la nieve, el cabello color trigo peinado hacia atrás, donde unos pequeños bucles se formaban a los lados de sus orejas, y más allá de eso, su cálida voz y aquellos ojos zafiro chispeantes, soñadores. De la admiración pasó al respeto, y del respeto a una fuerte atracción. Lo buscaba, lo deseaba ardientemente. Buscaba poseerlo. Necesitaba hacerlo suyo de una u otra forma. Aquel deseo de tener al joven Morningstar para sí mismo se fue agrandando a medida que compartían el tiempo juntos, y Adam fue abriéndose paso para ir conquistando su corazón.

BEATIFUL PROBLEMS ➞ APPLERADIO | RADIOAPPLEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora