𝐂𝐇𝐀𝐏𝐓𝐄𝐑 𝟐𝟏. la respuesta

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Como cada mañana, Alastor llegó temprano a la emisora, bueno, al pequeño departamento dedicado especialmente a la radio, pues el resto de la estructura ya se había modernizado con sets en tonos azules y negros, cabinas enormes de audio y esas mald...

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Como cada mañana, Alastor llegó temprano a la emisora, bueno, al pequeño departamento dedicado especialmente a la radio, pues el resto de la estructura ya se había modernizado con sets en tonos azules y negros, cabinas enormes de audio y esas malditas cámaras que transmitirían la imagen puesta a los diversos televisores de la ciudad.

Saludó distraídamente a Pentius, se puso sus auriculares y el letrero de "Al aire" se encendió.

¡Muy buenos días, mis queridos oyentes! —dijo de buena gana—. ¡Ha llegado finalmente el día viernes! Oh-ho, dense un fuerte aplauso por soportar una semana más, ¡especialmente ahora que estamos a pocas semanas de que llegue el mes más frío! A continuación, el informe general...

El entusiasmo por el fin de noviembre y la llegada de diciembre era evidente en cualquier lado, ya que implicaba celebrar el Día de Acción de Gracias, Navidad y por supuesto, el Año Nuevo; la mayoría de noticias también hablaba de eso. Fue como si de repente el mundo se hubiera olvidado de sus desgracias y ahora estuviera más enfocado en dar sus ofertas especiales para ropa de invierno, consejos para limpiar la chimenea sin manchar la alfombra, a las amas de casa se le narraba la manera correcta de preparar el pavo, crema de verduras o gravy. De ahí le siguieron canciones animadas que, indudablemente, a la gente les gustaba y agradecían.

Alastor se mantuvo ocupado en su trabajo todo el día. Alejaba cualquier idea, cualquier emoción o sentimiento que quería colarse en su mente y hacerle revivir el mal recuerdo de su desafortunada cita, mejor dicho, intento de cita. Concentrado únicamente en lo que debía decir por parte del guión, tarareando brevemente la letra de cada canción presentada, con la esperanza de acallar cualquier señal que le hiciera saber que seguía siendo un humano perdido en el amor.

A la hora del almuerzo, fue a una cafetería cercana a comprar algo muy ligero y dos tazas de café. Las noches antepasadas lo encontraron sin conciliar el sueño y para simular su agotamiento, pedía una taza extra con tal de tener el doble de energía. No sería la primera ni la última vez, pero era mejor que fumar o beber de nuevo. Cerca del final de su jornada, y con la cafeína corriendo por sus venas, presentó la última canción del día:

¡Antes de decir adiós, vamos ahora con una favorita del público! ¡Disfruten: "Everybody Loves Somebody"! —concluyó, muy animado.

Le dio una señal a su asistente y la canción comenzó a sonar:

"Everybody loves somebody sometime, everybody falls in love somehow..."
(Todo el mundo ama a alguien en algún momento, todo el mundo se enamora de alguna manera...)

El castaño escuchó atentamente la melodía. Suspiró cansinamente y se sobó las sienes.

Por mucho que lo evitara, había momentos en que su cabeza divagaba hacia el Omega, recordándolo con una simple melodía. Si creía que había sido suficiente tormento aceptar su enamoramiento, estaba muy equivocado; el saber que Lucifer se había comprometido, no hizo más que acentuar los sentimientos que tenía hacia él, pensamientos que volvían una y otra vez, sin aviso y de manera arrebatadora. Sus pasos antes seguros, se detuvieron de golpe cuando la mano de su bello ángel fue atrapada con aquel maldito anillo escarlata, y se enfureció, le habían quitado la oportunidad, ¡la victoria de tener el corazón de Lucifer! Era imposible quitarse de la cabeza su mirada de completa angustia, el cómo quiso huir a ese laberinto y cómo estaba a punto de sufrir un ataque de pánico, todo por culpa de su desconsiderado prometido. Lo siguió, y pese a que una parte de él se retorcía de tristeza y surgía un oscuro deseo de genocidio, prefirió consolarlo como siempre lo hizo...

BEATIFUL PROBLEMS ➞ APPLERADIO | RADIOAPPLEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora