❝ Dime qué necesito hacer para mantenerme lejos de ti, para evitar continuar cayendo hasta el fondo contigo. ❞
Eva creia que en su ultimo año de instituto podria respirar en paz, disfrutar el tiempo con sus amigos, y seguir manteniendo sus secretos...
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—¿Estuviste toda la noche aquí?
Me giré sobresaltada al oír aquella voz familiar que había supuesto que no la volvería a escuchar.
Al menos en el día de hoy.
Mis ojos se clavaron en su rostro, temerosos de que se tratara sólo de una alucinación.
Desabroché mi cinturón de seguridad con movimientos torpes, sin despegar la vista de la persona que se encontraba, paciente, del otro lado de la ventanilla del auto.
Cuando baje del vehículo sabía que no se trataba de un sueño, me hallaba en San Francisco, en mi antiguo hogar.
Y mi padre se encontraba a mi lado.
—No, yo… —aclaré mi garganta, ocultando los nervios de mi voz—. Hace un rato llegué.
Me sentía perpleja, no tenía palabras para describir todas las emociones que recorrían todo mi cuerpo en este momento. Menos aún las tenía cuando me había despertado a primera hora esta mañana, con la extraña necesidad de volver aquí.
Theo era el único de mis amigos que estaba al tanto de mi situación, y me había mostrado su apoyo en todo momento. Al igual que me iba a mantener al tanto de la situación de Hayden, que se agravaba a cada segundo.
Mi padre permanecía con las manos ocultas en el bolsillo de su suéter, aguardando una reacción por parte de mi. Lucía más joven, con la vitalidad que no poseía la última vez que lo había visto. Sus ojos tenían un brillo especial, como solía tener cuando yo era una niña.
La última vez que lo había visto él permanecía en su habitación, padeciendo de dolor.
Un dolor que yo misma experimenté al igual que él, y que había cesado cuando me había escapado a Beacon Hills.
—Me alegra saber que recibiste mi mensaje.
—¿De qué hablas? ¿Qué mensaje? —pregunté, volviendo a la realidad—. ¿Cómo puedes estar así? ¿Cómo es posible? Me refiero a que… te ves bien.
—Gracias, me siento halagado de que te hayas dado cuenta. —bromeó con una sonrisa.
