VIII- Querido doctor, sácame de aquí

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Día tras día me encontraba mucho mejor gracias a los calmantes y a los sueros que le enfermera me ponía cada cierto tiempo. Se me hacían eternas las mañanas y algo más entretenidas las tardes, cuando Andy venía y me traía juegos de mesa para que dejara de pensar en lo ocurrido. Desde que desperté y vino con mi padre a la habitación, no ha vuelto a sacar el tema, con lo cual doy por entendido que o no le interesa o que está esperando a que salga del hospital para que no me sienta tan atacado.

- Te he vuelto a ganar. - dijo esparciendo las cartas que tenía en las manos sobre la mesa- chinchón.

- Eso es porque haces trampas.

- Mentiroso- rió dándome un pequeño golpe en el hombro.

- Trampera.

- Mal perdedor- me retó a una batalla de insultos.

- Trampera- repetí mientras recogía las cartas y barajaba

- Embustero.

-Ums.... Trampera- reímos al unísono.

- ¿No se te ocurre otra cosa?

- Como si tú fueras muy original. Embustero y mentiroso viene a ser lo mismo. - respondí con retintín.

- Hacía tiempo que no te veía sonreír tanto... me alegra.- dijo Andy retirándose un mechón de pelo que le colaba por la cara detrás de la oreja.

- Quizás es que agradezca no haber muerto- mi sonrisa se desvaneció en cuanto me dijo eso.

Nos quedamos en silencio mientras barajaba una y otra vez las cartas. Ella aseguró que se iban a marear de tanto moverlas, supongo que en intento pobre de hacer un chiste. Sólo le respondí con una ligera sonrisa y una risa ahogada y seca. La enfermera entró de nuevo, con la buena noticia de que si mantenía la buena salud de los cinco días restantes a estar en el hospital me daban en alta mañana. Aunque no lo mostrara, me alegraba por ello. Por fin iba a salir de ese antro apestoso a humanidad, a medicinas y dejarían las enfermeras de perturbarme el sueño cada vez que vienen. Totalmente compresible que al hacer su trabajo hagan ruido al entrar pero.... ¿no podrían llevar una linternita en la cabeza como los excavadores? No, tienen que entrar y encender todas las luces. Cuando dicen "tienes que descansar" suena a "descansa ahora lo que puedas que por la noche vamos a ir a tocarte las narices". El lado positivo es que me tomé mi estancia en el hospital como unas mini vacaciones que, aunque no se parecieran a las que tenía en mente ni de lejos, al menos pude reflexionar sobre varias cosas. Para empezar, plantearme seriamente seguir empleando mi tiempo en pensar en volver a ver a Alex. Se perfectamente que ha sido muy arriesgado y que perdí completamente la cabeza. Me obcequé en ir a ver si era ella sin pensar en lo que ocurría a mi alrededor y obviamente no quería volver a acabar en hospital. Quizás la suerte deje de estar a mi lado en caso de que hubiera una segunda vez. Aunque sintiera una atracción peculiar por ella, no deja de ser un ser diferente a mí, con diferente naturaleza y seguramente diferente parecer con respecto al mundo. Ella no iba a volver, parecía como si estuviera evitándome todo este tiempo. O quizás no. Los días pasaban y yo, aún pensando en ella, las esperanzas de encontrármela de nuevo eran bastante escasas. Después, se me ocurrían muchas ideas para tallar en madera. Láminas incluso con relieve. Siempre quise tallar a los Dioses egipcios. El tema de las mitologías y leyendas me atrae bastante a pesar de ser un escéptico en toda regla. 

Intenté levantarme de la cama.

- Despacio- dijo Andy- aún tienes la pierna mal, no te olvides.

- Como si eso fuera posible. Duele.

- Es normal, te diste  un buen golpe.

- ¿Te importaría dejarme a solas? Estoy cansado, necesito dormir un poco.

Pequeño Lobo de MarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora