VII- Tormenta de mar

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Andy tenía razón en una cosa y es que a veces soy demasiado pacífico. Nunca me gustaron las guerras ni los enfrentamientos y para la sorpresa de muchos  desde pequeño me veían como el malote. Y no es que lo fuera, sino que simplemente imponía un respeto hacia mi persona. Me daba todo exactamente igual, lo que hiciera o dejara de hacer la gente, mientras que no afectara alos demás. A mi o a cualquier otra persona pues no creo que la solución de los problemas sea creando miedo entre los demás y no es la primera vez que paso por el colegio que hay en mi pueblo y tengo que separar a dos niños que están pegándose. ¿El motivo más absurdo? Saber que sitio ocupar en el autobús escolar. Vale, son cosas de niños, pero a mi modo de ver los padres deberían educarles desde pequeños los verdaderos valores que importan, y entre ellos no está aterrorizar a un chaval de siete años con quitarle la comida en el comedor del colegio si no se sentaba en otro lugar. Como me decía mi padre, "el primero que llegue es el que decide". Y bueno, para algunos será una suerte llegar antes que los demás, los cuales tendrán que resignarse, pero son cosas que pasan y cosas de la vida. Tampoco hay que dramatizar por ello y nunca me gustó ver a un niño solitario sentado en uno de los bancos fuera del recinto escolar llorando por tonterías como esas.

Tras zanjar la discusión con Andy me fui a casa y me desplomé en la cama, abrumado por no haber podido tampoco ver a Álex hoy. Se me hace amarga la nostalgia que tengo de ella. Pocas veces fueron las que la vi, sí, pero sentía una profunda tristeza por no poder compartir más momentos. Me agaché sin salir de la cama y de debajo de las sábanas cogí una caja. Allí dentro guardaba el libro que Andy me prestó para que mi padre, en caso de que entrara en un momento dado, tanto a despertarme como a coger alguna que otra cosa, no lo viera. De esta manera, me permitía indagar sobre los misterios de las sirenas sin necesidad de alarmar a mi padre con respecto al tema, ya bastante tuvo que aguantar con mi madre y sus historias para que sucediera lo que sucedió. Verde, una portada totalmente verde. Lo abrí por la primera página y al pie encontré unas iniciales que me resultaban familiares. 

J.S.

Andy me vio buscando información sobre el marinero que supuestamente se casó con la sirena, dando sus votos matrimoniales en el barco capitaneado por este mismo marinero, Johan Smith. Tampoco había que ser un lince para darse cuenta de que significaban estas iniciales.

Pasé algunas páginas para hacer una visualización rápida al libro. ¿Eran acaso sus memorias? Aparecían dibujos, escritos a mano con una pluma muy fina y al final de todo había como una carpetilla con un lazo atado. Rebusqué entre mi mesilla para coger el abrecartas que mi padre había tallado para mí y con un simple y ligero giro de muñeca corté dicho lazo. En su interior había fotografías. Algunas de ellas apenas se podían apreciar bien los rostros, pues habían perdido mucha nitidez y la mayoría estaban rasgadas, probablemente por el desgaste del tiempo. Miré una de las fotos detenidamente. Una señora con un gran velo blanco al igual que el vestido estaba agarrada de un hombre, más alto que ella, vestido de traje. Sin duda es la foto de una boda. Observé detenidamente la foto, había algo que llamaba mi atención y descubrí un tatuaje de un triángulo con lo que parece ser las puntas de un tridente en el interior. Ese tatuaje ya lo había visto yo en el cuerpo de Álex, en la zona izquierda de su clavícula. Sí, decididamente era una fotografía de la boda del señor Johan Smith y su esposa, Emily Smith. Detrás aparecía una dedicatoria que decía así:

>> Miles de oleajes acecharon nuestra presencia, pero ninguno de ellos ahogó el amor que nos unió.

Siempre tuyo, mi amada maravilla. 

J.S. <<

La mujer era.... realmente hermosa. Tenía su aparentemente larga cabellera recogida en un moño con pinzas de flores sujetando los mechones de pelo. A pesar de tenerlo ondulado, el flequillo era liso y cada vez que la veía me recordaba más Álex. ¿Tendrán algún vínculo de parentesco? No, no puede ser... es muy improbable pues ella es una sirena y bueno, la mujer... tenía unas piernas completamente evidentes. Sin embargo, algo llamó aún mas mi atención. La fotografía data en el año 1798, osea que fue realizada hace doscientos diez y nueve años pero de aquellas la invención de la fotografía aún no existía por tanto... ¿como realizaron la imagen si los medios para hacerlo se inventaron posteriormente allá por el siglo XIX? Y no sólo eso, sino que el diseño del lugar, con aquellos muebles no se adaptaba a la caracterización de las viviendas en aquella época, lo cual me hizo suponer que se trata de un montaje que remonta años después. La fecha seguramente sea del año en el que se conocieron o se casaron en secreto.

Pequeño Lobo de MarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora