4.

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— Si, ella estuvo aquí.

Respondió Mónica después de un gran rato de silencio.

— ¿No lo recuerdas? — Hablo esta vez su padre. — Te...

Mark no logro seguir, se formó un nudo en su garganta.

— ¿Que pasó papá? — Insistía Aria

— Entraste a un coma. — Respondió con lágrimas que amenazaban salir de sus ojos.

— ¿Qué? — Ella se sentía perdida.

Entonces, un fuerte dolor llegó a su cabeza. Le era insoportable, parecía como si introdujeran un clavo ardiendo en su frente. Apretó los dientes y cerro los ojos. Y como no sentir dolor, se dijo a si misma, después del sueño tan desagradable que tuvo.

— ¡Papá!— Gritó.

No obtuvo respuesta...

El dolor se fue y al volver la vista a la habitación se llevó una gran sorpresa.

Aquella cosa, estaba en el sofá azul marino donde antes estaba sentado su padre. Él Sonreía descaradamente.

Aria lo vio detalladamente. Vio sus ojos blancos, sin pupila, los dientes color perla y afilados.

— Si me sigues viendo así me voy a sonrojar. — Habló, ahora su voz era más clara, ni aguda ni grave.

— ¿Quien eres tú? O ¿Qué eres?

— Soy todo lo que tienes y lo que te falta. — Respondió, pero ahora desde el marco de la puerta.

Se movía rápidamente, tanto que en un segundo llegó al lado de la camilla.

— ¿Por qué me persigues? — Aria se removía incómoda en su lugar. Y con toda razón, puesto que aquel ser podría perturbar a cualquiera.

— Yo existo desde antes que nacieras...

— ¿Tienes nombre? —Lo interrumpió

— Si pero me prohibieron decírtelo... Que me dejes de ver así de feo. — Se quejó. Ahora frente a la camilla. — Se que parezco el aborto de Spiderman y Venom pero no seas tan obvia.

Aria no pudo evitar reír, tenía algo de cierto.

— ¿Como sabes tú de esas cosas? — Le pregunto aún riendo

— Gracias a mi te gusta Marvel niña. — Despareció de su vista. — Pero verás, Yo soy pecador... Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa y esas cosas de la iglesia.

— ¿Por eso te ves así? Es tú castigo.— La chica no quería enojar lo, por eso le seguía el juego.

Tenía que fingir ante el ser que más repugnancia le causaba en este mundo, las piernas le temblaban cada vez que se acercaba. Su respiración se agitaba y el sudor se abría paso en su piel. Toda una experiencia, para nada grata.

— Algo así. — Continuo él. — Es que como me porto bien en el infierno me dieron permiso para que me veas, aunque con la condición de qué mi apariencia mezclara algo que te encantará y lo volvería tan monstruoso que al instante me odiaras.

Ahora apareció de cabeza, de pie en el techo y frente a frente con Aria. Su corazón empezó a latir rápidamente, sentía que aquella cosa la mataría, no quería que la viera nerviosa, o sabría que es débil y la destruiría.

Él desapareció.

— Ya que los que no existen porque son un secreto no me dejan decirte mi nombre. Propongo que tú sugieras uno.

— Peter. — Fue lo único que se lo ocurrió.  — Me parece más agradable que "El aborto de Spiderman y Venom"

— Como gustes rarita. — Aria examinaba el área, buscando la forma de escapar. — Me gustaría  que no fueras a sufrir tanto.

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