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— Si fuera tú, no me conformaría con la verdad a medias. — Insistía el ente paranormal. — ¿No tienes curiosidad?

Ella lo ignoró tal y como lo había estado haciendo esa última semana, después de enterarse de sus caóticos padres biológicos, no tenía cabeza para concentrarse en un irritante ser del infierno, prefirió serle indiferente y hasta el momento, le había funcionado.

— Ya estoy harto, Aria. — Se posicionó frente a ella, estiró su mano negra y esquelética hacia la chica pero, ¡Sorpresa!

Ya no podía tocarla, eso era bueno ¿Cierto?
Pues para él no, estaba empezando a perder importancia de nuevo. No, no, no y no, no lo podía permitir.

Esta vez no se quería ir, necesitaba atormentarla sino tendría problemas con «aquellos que no existen»

— Tal vez tu querido tío pueda aclarar tus dudas. — Al parecer su último intento por llamar la atención casi funcionó.

Ella levantó la cabeza y lo observó, sus ojos ya no brillaban por el terror como solían hacerlo, eso le molesto. Aria exhalo y siguió su camino al instituto.

Creía que esconderse en lo sencillo y aburrido de la rutina podría hacerla sentir mejor.

La primera campana sonó, Aria dejo de ver a esa cosa extraña que la seguía ¿Cómo era que se llamaba? ¿Pablo? ¿Pedro? ¿Pancracio?

— ¡Hola Aria! — Saludó William. —¿Piensas en algo importante? ¿Te interrumpo?

— No, nada relevante. — Fue lo único que respondió.

Dejó al chico hablar todo lo que quiso, prácticamente hablaba por los dos y ella a penas si lo escuchaba.

Sacó sus cosas del casillero y fueron a clases. Ni siquiera recordaba su horario, lo rebuscó entre su mochila y nada.

— Tenemos clase de literatura. — Mencionó Erick acercándose. — ¿Como has estado? No nos hablaste desde...

— Vamos, no quiero entrar tarde. — Lo cortó, evadiendo el tema.

Caminaron acompañados por el silencio, con la vista baja y la incomodidad presente. Entraron y alguien ya ocupaba el asiento de Erick, no se tuvo que molestar en buscar otro pues Aria tomo uno al fondo del salón cediéndole el suyo.

Trató de centrarse en la maestra y el tema de ese día.

La cuna de la literatura Italiana fue Florencia, sirvió de transición entre la literatura medieval y la renacentista, el ente paranormal la observaba desde la esquina opuesta a su escritorio.

— Aria ¿Esta prestando atención? — Cuestionó la maestra.

— Sí

— Mencione lo último que dije.

La divina comedia es considerada, aún, parte de la literatura medieval

Ella no solía usar su don para saber las respuestas, pero ya eso le daba igual.

— La divina comedia aún es tomada como literatura medieval. — Repitió con tono suave, la maestra asintió y siguió con su explicación.

— ¿En que círculo del infierno crees que estoy yo? — Le preguntó aquel ser.

No respondió.

— Tu querido tío va directo al último. La traición no es buena. — Y se desvaneció.

— A por cierto, quien partícipe en la tarde de talentos tendrá puntos extra. Y los necesitan. — Informó la maestra antes de salir.

— Aria. ¿Participarás?

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