LXVII

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Capítulo 47.

Madrid, España. 18 de Diciembre 2017.

YA klyanus', ya ub'yu tebya, chertovy idioty—miré a Kisha que acariciaba mi pómulo con amor. Ayer había vuelto a casa tarde y cuando pasé por la puerta de mi hogar, los brazos de Kisha se aferraron a mí, con fuerza. Una parte de mí decía que lo peor estaba por venir, entonces mandé a Emma con mi mamá, nadie lo sabía, solo Kisha y yo. Era un secreto que estaba seguro, que le salvaría la vida.

Ella tiene ese instinto que sabía cuando uno corría peligro y por ello no podía dormir. El número me había mandado una ubicación, un día y una hora.

—Necesito clases de ruso —mascullo un poco mientras Kisha trata de sanar una pequeña cortada que tenía en la mejilla.

—No quisieras saber lo que digo —susurró. Yo miré su ceño fruncido y pasé un dedo por él.

—Pero sé lo que piensas. Puedo percibirlo, como si no te conociera —la cogí de la cintura mientras hacía que se sentara en mis piernas. Ella se tensó al principio pero no dijo nada, solo conectó por unos segundos sus ojos con los míos. Pero no me perdí en ellos, simplemente hallé sus miedos más profundos con su mirada transparente.

—A veces me sorprende la manera en que desnudas mi alma sin siquiera avergonzarme. Como conoces mis miedos, como los manejas y como me haces sentir ante cualquier situación. Pudieron haberte matado pero confío cada vez que sales por esa puerta porque sé que volverás a entrar por ella.

—Nunca podría abandonarte, ni a ti, ni a Emma; menos ahora —susurré y uní mis labios con los suyos, por un tiempo indeterminado. Porque el ahora lo congelé y decidí ignorarlo.

—¿Y ahora qué haremos?—yo sonreí un poco y la cargué en brazos para recostarla en la cama y yo ponerme a su lado. Quería estudiarla mejor, analizarla, memorizarla.

—Debemos de ir... si queremos proteger a nuestra familia—ambos nos quedamos viendo al techo de la habitación.

—Mentir al alma para protegernos, engañarnos ingenuamente o fallar en el intento —susurró contra mi pecho mientras se aferraba a mí—. Tengo miedo —susurró—. Tengo miedo de lo que pueda pasar.

—¿Te cuento un secreto? —hice que me viera a los ojos. Ella asintió y sentí su respiración más pesada. Su mano se posó en mi pecho y mi mano sobre la suya—. Cuando era pequeño y papá se fue, tuvo mucho, mucho, miedo. Pero mientras fui creciendo, tras cada tropiezo, me fui formando. Me hice más fuerte y cada vez era más fácil levantarme. No hasta que murió Blake y tenía a Emma —ella mordió su labio. Hace mucho tiempo que mis labios se negaban a decir el nombre de la persona que una vez amé, como si fuese una palabra prohibida. Aunque no lo era, solo eran viejas memorias.

—Esa historia me la sé.

—Hasta el doceavo mes, pero no viviste los anteriores once —le miré a los ojos y acaricié su mejilla—. Yo al ver a ese pequeño bultito, quise renunciar a todo. Pero fue cuando ella lloró. No sabes lo que mi corazón trabajaba para mantenerlo en su lugar. Había una criatura ahí, indefensa, sin protección, que me necesitaría a partir de ese momento. No tenía ni el instinto, tampoco la sentí pateándome por nueve meses, ni dos pechos para darle de comer; menos tenía experiencia de cargar a un bebé sin temor a dejarlo caer. Nunca había pasado por mi mente imaginar una vida sin esa mujer que me sacó de un mundo de ausencia y sin rumbo. Pero ahí estaba yo, viendo a mi bebé llorar.

Solté un par de lágrimas, recuerdo ese día perfectamente. Fue cuando decidí, no caer.

»Entonces tomé el reto. Porque la vida es sobre tomar retos, tomar decisiones y amar. Tú decidiste amarme, como yo decidí hacerlo. Yo decidí que pude con Emma y me ha costado bastante, he cometido errores, me emborraché, me encerré, desvelé mi alma, cerré mi mente, reprimí mis pensamientos y me estaba negando a amar. Pero a consecuencia de ello, tengo a mi hija conmigo, a una novia que me ama y una buena familia. Perdón cariño, una novia con la cuál me casaré —besé sus nudillos y le sonreí con ternura—. No puedo pedir más, tampoco replicar por lo que no tengo. Pero si me toca pasar por todo esto, para lograr tener paz, lo haré. Porque son aquellas cosas que tú amas, las que hacen valer la pena. Tienes ese valor y esa chispa para que quiera pelear tus batallas. Bueno, si sigo, me quedaré sin mis votos nupciales.

Hermoso Caos (Beautiful Mess)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora