Capitulo 42

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[Elizabeth]

Todo se volvió negro, pero ya no era el infierno que estaba viviendo, solo sentí un leve ardor al momento que la bala estampo en mi espalda, después de eso algo caliente lo cual deduje que era sangre, correr por mi espalda. En ese momento solo me preocupaba la pequeña persona que llevaba dentro de mí y que estaba a punto de llegar a este mundo. No podía fallarle a mi bebé pero me sentía a salvo.

Solo podía semi-escuchar algunos gritos provenientes de la pelea que tenían Saúl y Perla.

¡NO LLAMES A LA JODIDA POLICIA! ¡NO LLEVARIAN A LOS DOS!-gritó Perla al ver a su acompañante con el teléfono entre las manos. -¡NO SE TE OCURRA! DAME LAS LLAVES DE CARRO, VAMONOS DE AQUÍ-habló mientras solo se escuchaba el pisar de sus tacones de un lado a otro

-Esta embarazada no podemos dejarla a su suerte, necesita una ambulancia, déjame llamarla y después de llevo a donde sea, no se puede morir. Elizabeth siempre ha sido la mujer de mi vida, no voy a perderla solo por tu puto miedo a la cárcel !!-cada vez las voces se hacían más lejanas y yo cada vez me sentía más relajada.

Todo se volvió tranquilo a lo lejos solo pude escuchar las sirenas, no sabia si eran ambulancias o patrullas.


[Nick]

Había movilizado a todo el equipo de seguridad, tanto de Empresas Jonas y Jonas Publishing, habian rastreado la llamada que había recibido instantes atrás. Tenían un punto de triangulación y las patrullas y ambulancias iban rumbo a mi mujer, yo tome las llaves de mi carro y fui a mayor velocidad al punto de que señalaba.

Era un propiedad un tanto alejada de los suburbios, yo conocía este lugar fue el punto de reunión de varias fiestas en mis tiempos de universidad.

Entre al lugar y grite, grite su nombre. Elizabeth, tenia que escucharme tenia que estar bien.

-Elizabeth!!!!-sentí que me quedaba sin voz al momento de gritar- ¡MI AMOR!- corría por todo el lugar en busca de mi mujer.

De un momento a otro vi como los paramédicos corrían a toda prisa rumbo a la ambulancia con una camilla, en esa camilla iba mi mujer.

Se veía tan frágil, tan indefensa; al acercarme a ella sentí que el alma abandonaba mi cuerpo, no la podía perder.

Algo se rompió dentro de mi, el cuerpo de Elizabeth estaba casi sin vida. Subimos a la ambulancia y solo podía ver a los paramédicos tratando de estabilizar a mi pobre e indefensa mujer.

-Elizabeth quédate a mi lado- susurre mientras mi mano apretaba la suya- No, no maldita sea. Amor quédate no me dejes, no te vayas. Te amo nena, te amo

Al llegar al hospital todos corrieron y se la llevaron, yo solo pude correr hasta donde me detuvieron.

-Todo estará bien, mi hija es fuerte-comentó mi suegra quien se encontraba con mis papás, hermanos y mis cuñadas se habían quedado con Lizzy en mi casa. Ahora todos mis pensamientos se dirigían al amor de mi vida.

Sentía que los minutos se hacían eternos, nadie me decia nada, no me daban parte de mi mujer, papeles tras papeles eran los que tenia que firmar, el mas doloroso fue firmar el consentimiento para salvar a una sola persona. ¿Mi hijo? ¿Mi esposa? ¡No me podían hacer eso! Era como estar entre la espada y la pared, no podia decidir por uno de los amores de mi vida.

Mi querida esposa : esa mujer que me enseño que el amor no consta de una cifra de dinero, esa criatura que mostro lo hermoso que es amar y ser amado, que todos merecemos una segunda oportunidad, y que no es necesario tener un nombre para ser un buen hombre. ¿Quién lo diría? yo Nicholas Jonas, el hombre que tanto renegó del amor, estaba prado justo aquí afuera de un quirófano rogándole a la vida que la persona que mas amaba no lo dejara. Pero ¿Cómo no enamorarse de Elizabeth? si era todo amor y cariño. Era todo lo mejor de este mundo.

Sus ojos, esos ojos que veía al despertar, aun entrecerrados por la luz del sol pasar la cortina. Su piel, esa que encajaba a la perfección con cada parte de mi cuerpo, toda ella era perfecta pero lo mas perfecto de mi Elizabeth era el amor que sentía por mi hija, eso fue lo que me hizo enamorarme de mi secretaria, eso fue lo que me hizo enamorarme de la mujer que llego inconscientemente a pedir el trabajo de mamá.

Pero ahora también estaba mi hijo, mi pequeño Nicholas. Que no era mas que el resultado del amor entre su mami y yo, mi pequeño campeón que aunque todavía no estaba entre nosotros ya era el mas querido, por toda su familia.

Ese pequeñín que reconocía mi voz, que se movía y hacia que mamá tuviera los antojos mas extraños de este mundo.

Se que es un bebé perfecto por que su madre lo es para mi.

Y no, no podía hacer eso, no podía decidir entre la mejer de mi vida o el fruto de nuestro amor.

¡TE ODIO PERLA SALVATORE! ¡TE ODIO!

era lo único que pasaba por mi mente, hacer pagar a esa mujer y a su maldito cómplice.


[Elizabeth]

Negro y más negro, luego blanco y más blanco. Eran unas escaleras sin fin las que tenia que recorrer, unas voces atormentaban mi tranquilidad pero también una luz blanca al final de esas escaleras que me hacia ir a ella, todo se comenzó a mover y luego solo escuche gritos y mas gritos, gente venia, gente iba.



"Vamos, mas potencia. El bebé esta bien, vamos por ella"-grito la voz de una mujer -"Vamos una carga mas, ya casi"- volvió a gritar y en ese momento la luz blanca se alejo.

-1....2...3 ¡Despejen!- y el bum bum de mi corazón se detuvo, esa luz blanca estaba cada vez más cerca.
....La perdimos

Fueron esas las ultimas palabras que escuche. Ahora todo era paz y tranquilidad.



SE SOLICITA MAMÁDonde viven las historias. Descúbrelo ahora