PREFACIO

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No podían detenerse. Estaban demasiado ebrios. Yurio apenas era consciente de la situación, sabía que estaba mal que debían parar; sin embargo, años manteniendo un amor unilateral le decían que esta sería la oportunidad más grande que tendría en la vida. Miro al pequeño hombre que se encontraba debajo de él sollozando y jadeando. Observo su tierno rostro y la manera tan dulce de sonrojarse, no pudo evitar acariciarlo, era el rostro que había amado alrededor de 6 años, el único que había capturado su corazón.


-Yu... u... rio, por favor- rogo el Japonés con los ojos llenos de lágrimas mientras deslizaba sus manos hacia la pelvis del rubio.


- ¡Maldita sea Yuuri!- gruño aferrándose al pelinegro. No le quedo duda alguna, era ahora o nunca. Tomada la decisión lo beso como si no hubiera mañana, convirtiendo los sollozos de su compañero en gemidos.

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