Una nueva vida

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En el gran comedor hubo una enorme algarabía luego de que el profesor Dumbledore anunciara a todos el espléndido descubrimiento de Eugene Porter. Estudiantes y profesores saltaron de alegría, así como el grupo de muggles que moraba en el castillo desde hacía algún tiempo. Pese a que las explicaciones del hombre de ciencias no fueron comprendidas por casi nadie, lo único que importaba era que el fin de aquella pesadilla estaba ya realmente cerca.

En las mazmorras, ni Snape ni Carol estaban en conocimiento aún de la grandiosa noticia ya que tras un impulso de sus sentimientos y las circunstancias, ambos se encontraban fundidos en un beso que ninguno de los dos previó y que no dio tregua a remordimientos. Los dos estaban conscientes de que la vida les estaba ofreciendo una segunda oportunidad, que tenían en sus manos la posibilidad de emprender un camino distinto, pasara lo que pasara porque quizá ya no tendrían mucho tiempo, porque desde que la pandemia se había apoderado del mundo, ya nadie podía plantearse la posibilidad de un mañana ¿Cuántas personas habían muerto ya sin poder decir lo que sentían? ¿Cuántas más quedaban por morir? ¿Cuánto tiempo de vida les quedaba?

Por su parte Daryl y Beth no habían dudado en expresar lo que sentían el uno por el otro, Rick y Michonne tampoco, entonces.... ¿Qué los detenía a ellos?

¡Espera! dijo Carol, colocando una mano en el pecho de Snape para tomar distancia luego de aquel beso.

¿Qué sucede? inquirió el profesor de Pociones.

No sé en qué estuve pensando... es decir.... No creo que pudiera darse algo... después de todo tú eres un mago y yo... alguien ordinario, común y corriente, sin nada especial.

¿Alguien ordinario? ¿Sin nada especial? repitió Snape luego de escucharla con atención—. ¿Acaso has puesto atención a todos tus movimientos? Nos has salvado en muchas ocasiones, eso no lo hace cualquiera, Carol... eres una mujer especial.

Pero no tengo magia respondió la mujer girándose.

Tal vez sí, solo que tu magia es diferente.

Ella volvió a girarse para darle el frente. Ninguno de los dos sonreía, tan solo se miraban el uno al otro con expresiones impertérritas, inescrutables pero con la firme convicción de que, definitivamente ya no podrían ocultar más la atracción que sentían porque era inevitable.

¿Y qué hay de los demás? preguntó Carol.

Snape enarcó una ceja sin decir nada más, lo que obligó a la mujer a ser aún más específica.

Me refiero a... ¿Podrías salir perjudicado?...

Tal vez hace algún tiempo pero no ahora respondió Severus tajante—. Suele pasar con más frecuencia de la que imaginas. Toda la vida ha habido uniones entre magos y muggles, de hecho, recuerda que te dije que mi padre...

Lo sé, pero no tienes precisamente buenas referencias de él.

Pero tú no eres como él, jamás podrías serlo...

No lo sé... yo cambié mucho, no soy ni la sombra de lo que fui. Muchas veces sentí miedo de mi misma. Perdí la humanidad.

Te hiciste más fuerte, Carol... Tal vez te equivocaste algunas veces pero eso no quiere decir que eres un monstruo.

Yo... No sé qué decirte, me siento extraña.

Discúlpame si te molesté respondió Snape con un dejo de decepción y amargura en su voz.

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