Capítulo 2.

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Entré a uno de los baños y cerré la puerta, sentandome en el suelo y apoyando la espalda en la puerta.

Todo esto había sido una mala idea.

Me eché a llorar en silencio; no quería que nadie se diera cuenta de que la chica nueva rara estaba allí llorando.

"-¿An?¿Qué estás haciendo?-Dijo Aly desde la puerta.

-Aly, vete. Solo...me ha sentado mal algo.-Dije. ¿Qué iba a decir si no?¿Que llevaba vomitando todo lo que comía desde hace 4 meses?

-Ana...tienes que ir al médico. Necesitas ayuda."

No sabía por qué recordó ese momento; pero eso solo le hizo llorar más.

Aly...era la única amiga que tenía en su anterior ciudad. Y solo la vio una vez más antes de que la ingresaran en el hospital.

Sonó el timbre, sobresaltándola.

Salió de aquel baño asegurandose de que no había nadie y se lavó la cara antes de salir de allí hacia su nueva clase.

Llegó a su clase y se sentó en su sitio. Los alumnos se sentaban según iban llegando. No mucho después entró la profesora.

Empezó a dar la clase cuando tocaron a la puerta.

-¿Se puede?-Dijo una voz conocida desde la puerta.

-Luke, ¿el primer día y llegando tarde?

-Me entretuve...no volverá a pasar.

-Está bien, pase.

Cuando le vi entrando a clase me fijé en lo condenadamente guapo que era. Pero me incomodaba tenerlo en clase a pesar de ser el único capaz de haberse acercado a mí.

Le vi cómo se acercaba a mi fila y miré; el sitio de mi lado era el único libre. Me estaría toda la hora examinando y, si aún tenia ganas de hablarme después de lo borde que había sido en la cafetería, al ver mis defectos tendría menos.

Se sentó en la mesa que estaba a mi lado y sacó sus cosas.

La profesora continuó la clase y yo intenté que mi cerebro atendiera y se dejara de tonterías cuando vi que s

dejaba un papelito encima de mi mesa.

Lo siento.

Puse una mueca al leer eso. El pobre no tenía la culpa de que yo fuera así, me había portado fatal y aún así  seguía pidiendome perdón.

La del lo siento debería ser yo. Perdón por haberme ido de golpe...he sido una borde.

Lo dejé en su mesa y me fijé en su cara al leerlo.

No seas boba :)

                             *

Estuvimos hablando toda la hora. Me enteré de que no había estado las primeras horas porque se durmió y decidió llegar después del recreo.

Sonó el timbre indicando el cambio de clase y todos se levantaron.

-Entonces, ¿porqué te mudaste?-Me preguntó Luke girando su silla hacia mi.

-Uhm...cosas.

-¿No me las vas a decir?

-Digamos que por cambios.-Dije. "Salí del hospital tras varios meses ingresada por trastornos y ahora estoy aquí hablando contigo". No te jode.

-¿Qué cambios?

-Si los supieras huirías, asique mejor dejarlo así.-Dije con dolor en mis propias palabras.

-¿Has visto que alguien se acerque a mi?-Negué con la cabeza.-No es que tenga una vida muy...fácil. Y eres la única que ha decidido hablar conmigo sin llamarme cosas que no soy, asique no, no huiría. Pero respeto que no quieras decirmelo. Al fin y al cabo, todos tenemos secretos.-Dijo sonriendo tristemente antes de sentarse. La siguiente clase ya empezaba y, sinceramente, yo no tenía ganas de nada. Aquel chico había despertado en mi la curiosidad que nada había conseguido antes; pero me seguía sintiendo extraña hablando con él. Supongo que aún no estaba acostumbrada a relacionarme con personas y me costaba.

                          *

                          *

-¿Mañana te veo?

-Uhm...sí.-Dije intentando sonreir.-Hasta mañana Luke. Gracias otra vez.

-Nada An. Hasta mañana.-Dijo sonriéndome y salido del instituto.

Yo salí detrás. Vi a mi hermano en el coche enfrente del instituto, asique puse la mejor cara que tenía y fui con él.

-¡Hola Ana!¿Qué tal tu día?

-Bien. Diferente.-Dije.

-¿Has com...

-Una manzana y un yogurt, si.-Dije lo primero que se me vino a la mente.

-Así me gusta.-Dijo y arrancó el coche.

Llegamos a mi casa tiempo después y mi madre me esperaba en la cocina.

-Hola cariño. ¿Qué tal tu día?

-Bien.-Dije sonriendo.

-¿Has conocido a algún amigo ya?-Dijo. Dudé un momento. ¿Luke era mi amigo? Decidí que sí lo era.

-Sí, se llama Luke. Se sienta a mi lado.-Dije.

-¿Y es guapo?-Dijo mi madre guiñándome un ojo.

-¡Mamá!-Dije poniendome roja.-La verdad es que si.-Dije después y mamá y yo nos pusimos a reir.

Después de hablar un rato me pusieron la comida; mi segundo mayor reto.

Es verdad que, comparada con la comida del hospital, eran mucho mejor. Pero aún así..

Mamá y Marcus me miraban de reojo esperando a que empezara. Cogí el tenedor y pinché un macarrón, llevándomelo a la boca. Ellos suspiraron y siguieron comiendo.

-Marcus, ¿has ido hoy a la universidad?-Marcus tenía 19 años (3 más que yo) y acababa de empezar la carrera de periodismo.

-Ana, come.-Dijo. Suspiré y pinché otro macarrón. Por lo que sabía, muchas chicas estaban coladas por mi hermano. Él tenía el pelo oscuro y siempre iba despeinado. Tenía los ojos azules claros, a veces hasta parecían grises como los mios. Tenía algunas pecas por la cara y le salía un hoyuelo al sonreir, cosa que le hacía más adorable. Éramos bastante parecidos; yo también tenía el pelo oscuro, aunque no tanto como mi hermano. Mis ojos eran tan azules que por dentro, cerca de la pupila, parecían grises.

No tenía ni pecas ni hoyuelos ni nada que me hiciera adorable; esa era la diferencia con Marcus.

Mamá era la que nos había dado el color de pelo y según la gente, los ojos eran de papá.

Papá había muerto cuando yo era demasiado pequeña en un accidente de coche.

-Ana, venga.-Mamá me sacó de mis pensamientos. Cogí otro macarrón y lo mastiqué con cuidado.

Sin duda, odiaba los macarrones.

Frágil.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora