Capítulo 4.

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Luke no apareció la primera hora por clase. Sus cosas seguían en la mesa pero él no.

¿Por qué esa chica me había dicho eso? Tenía mil preguntas sin respuestas en mi cabeza.

Sonó el timbre y recogí mi mochila y salí al pasillo medio corriendo a buscar a Luke.

-¡Cui...! Ana.-Dijo Luke. Nos habíamos chocado y ahora me encontraba en su pecho.

"Ana, no te sonrojes. No te sonrojes. No te sonrojes". Oh, cállate subconsciente.

-Hola. ¿Dónde has estado?-Dije separandome un poco de él.

-Tenemos clase, vamos.-Dijo Luke.

-No.-Dije bruscamente.-O sea..yo no. No puedo hacer educación fisica.-Dije bajando el tono de voz.

-¿Por qué?-Preguntó curioso.

-Creo que tenemos bastante de lo que hablar. ¿Vienes fuera?-Pregunté. No sabía cómo había salido de mi boca eso. No pensaba contarle nada. ¿O sí? Ana, joder. Céntrate.

-Sí. Quiero fumar.-Dijo Luke cogiendome de la mano y tirando de mi hacia la puerta.

Salimos y fuimos andando hacia un parque que había cerca del instituto. Nos sentamos y Luke sacó un paquete de cigarrillos.

-¿Quieres?-Me ofreció. Llevaba sin fumar desde que entré. Antes fumaba para quitarme la ansiedad de comer. Y ahora lo tenía tan cerca..

-No.-Dije sacando la poca fuerza de voluntad que encontré.

-Bueno, ¿quién empiez..?

-¿Dónde has estado?

-Vaya, pensé que no irías tan directa.-Dijo poniendose tenso.-No puedo decirtelo. Me juzgarías como todos y..

-Dame un jodido cigarro.-Dije. Él negó con la cabeza divertido y me lo dio junto con el mechero. No podía creer lo que iba a hacer.

Le di dos caladas intentando tranquilizarme y solté de golpe.

-Salí hace varias semanas del hospital, soy anorexica, bulímica y me autolesiono.-No lo pensé. Mientras lo decía tenía los ojos cerrados, recordando aquel estúpido informe que me diagnosticaba.

"Tienes que contarlo. Tienes que liberarte. ¡No es malo tenerlo!" ¿Contenta mami?

Él se quedó mirandome con el cigarro en la mano mientras yo aumentaba la velocidad en la que me fumaba el mío.

-¿No vas a decir nada?-Le dije con los ojos llenos de lágrimas y temblando.

-Vaya..-Dijo dudando en sus palabras.

-La gente me ha dicho que no me acerque a ti.-Vaya, ¿hoy estás empeñada en cagarla cada vez que abres la boca?

-¿Les vas a hacer caso?-Tenía la voz muy grave y muy bajita.

-Ahora mismo, no sé que hacer.-Dije. ¿Porque había dicho eso?

ANA. CÁLLATE.

Él soltó una carcajada sarcástica y me miró con esos ojos mieles. Jodidos ojos.

-Pues vete. Si es lo que quieres vete.-Dijo. No quería irme, pero por alguna razón me levanté de ahí y, acabándome el cigarro, me fui de allí con los ojos llenos de lágrimas.

"Que nunca vean que eres débil" y eso hice Aly. Debes estar orgullosa de mi.

Salí corriendo y, antes de llegar al instituto, me quedé hecha una bolita en las escaleras mientras lloraba.

Había sido tan imbécil de mostrarle la parte más dura de mi vida a un gilipollas que no era capaz de confiar en mi.

Pero, ahora que lo pensaba, normal. ¡Le conoces de un día Ana, por dios! Ahora iría contandoselo a todo el mundo y...

-¡Joder!-Grité dando un puñetazo al suelo.

Por algún motivo me dolía que se hubiera callado. Pero casi más me dolía mi acción. ¿Por qué me había levantado? Para mi era él importante.

Espera, ¿acabo de pensar eso?¿Luke importante?

Me agarré del pelo y me lo aparté de la cara.

Ana, estás hecha un lio.

*Narra Luke*

Me había mostrado parte de su interior derritiendo la capa de hielo que la cubría y después se había ido sin más.

Aunque pensandolo mejor más gilipollas había sido yo de dejarla ir.

-Luke, te mereces un premio.-Me dije mientras encendía otro cigarro.

La recordé fumando. ¿Quién lo hubiera dicho?

Bueno, más bien, ¿quién hubiera dicho que tenía tantos problemas?¿Que era tan frágil?

Y la había dejado ir.

Cuando la vi temblando y a punto de llorar algo dentro de mi se rompió.

Pero se había ido.

No tenía ganas de ir a clase. No solía ir detrás de la gente. Ya iría a por las cosas cuando acabaran las clases.

*Narra Ana*

Llamé a Marcus para que viniera a por mi porque no me encontraba bien. A los 15 minutos apareció en la acera de enfrente con el coche. Yo estaba acurrucada en la valla de entrada.

-¿An?-Dijo desde dentro del coche. Le miré a través de mis ojos llenos de lágrimas. Aparcó el coche y bajó a por mi.

-Pequeña.-Dijo sentándose a mi lado y en cuanto lo hizo me tiré a refugiarme entre sus brazos.-¿Estás bien?

-No le digas a mamá esto.-Le dije.-No quiero volver ahí dentro.

-Tranquila.-Dijo dándome un beso en el pelo.-¿Vamos a desayunar?-Dijo apartandome el flequillo y mirandome a los ojos.

-Está bien.-Dije secandome los ojos.-Pero porque me has salvado, ¿eh?-Dije y le di un beso en la mejilla.

                           *

                           *

Estábamos sentados en una mesa del Starbucks cada uno con un café y, muy a mi pesar, con un donut de fresa.

-¿Me vas a decir que ha pasado?-Dijo Marcus mirándome después de darle el primer trago a su café.

-Uhm...un chico..-Empecé a decir. Vi que Marcus apretaba los puños y me entró la risa.-Oh vamos Marcus, no tengo 10 años.

-No, pero sigues siendo mi hermana, y te tengo que cuidar. Y si cuidarte implica pegar a ese chico, lo haré.-Dijo.

-Te dejaria cao de un golpe.-Dije bajito.

-¿Perdona?-Dijo Marcus riendo.

-Marcus, eres un flojo.-Dije mientras le tiraba un trozo del donut.

-Ana, con la comida no se juega.-Dijo serio.

-Esta bien..-Dije.-Pero, ¡tengo servilletas!-Dije tirándole una y riendo.

Aunque Marcus a veces era un pesado era mi hermano, y las pocas risas que tenía desde que pasó todo eran por él. Le quería.

Volvimos a casa a la hora de comer como si no hubiera faltado a ninguna clase.

Después de comer subí a mi habitación y vi el dibujo de los ojos de Luke encima de la mesa. Reprimí un sollozo y guardé el folio debajo de un montón de libros esperando que olvidara que ese dibujo existía.

Frágil.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora