—¿Sabes?, estoy aburrida. Podríamos ir a un buen lugar donde podamos bailar musica buena—Ofrezco a Cameron luego de una plática larga.
Harry ya estaba con nosotros.
—¿Quieres?—Pregunto.
—Pues..., está bien—asiente y no está totalmente convencido, a kilómetros se nota.
—¿Puedo, mamá?—Pregunto.
—Claro que sí—Sonríe.
—Bueno. Vamos, Cam.—Tomo su mano y él se despide de todos.
Suelto su mano.
El realidad, casi no me gustan las fiestas.—quizá suene como bipolar, pero ¿No quieres ir a mi casa a ver películas?—Pregunto.
—Eso sería mejor, casi no me gustan las fiestas—Sonríe con alivio.
—Genial, entonces películas en mi casa. Llamaré a un taxi—tomo mi teléfono, pero él me detiene.
—No, podemos ir en mi auto—ofrece.
Encojo los hombros.
Una noche interesante.
(...)
A decir verdad pensé que por ser víspera de navidad todo estaría cerrado. Y claro, la mitad de los clubes, los bares y cosas así estaban cerrados. Pero los que estaban abiertos estaban verdaderamente hasta el tope de gente.Bailamos, hablamos, bebimos y reímos. Él no tomó tanto y yo tampoco quise hacerlo. Cuando se dieron las doce él dijo que me llevaría a casa y así fue.
Le di indicaciones y cuando estacionó frente a mi casa le di un beso en la mejilla; agradeciendo y despidiéndome.
Bajé antes de que él dijera algo. Cuando abro la puerta de mi casa me sorprende que esté abierta. La cierro con seguro luego de entrar y voy a la cocina con las luces aún apagadas.
A torpes movimientos me sirvo un vaso con agua, pero cae a la barra cuando siento un par de manos grandes en mi cintura y daban viajes por mis pechos y por donde les viniera en gana.
—Fuiste una mala chica, muñeca—Susurra en mi oído. Voz más ronca que de costumbre.
Cuando una de sus manos fue a mis labios y acarició el inferior, entre abriendo para introducir su dedo índice; las piernas me flaquearon.
