¡Jos! |Jalonso|

6.- "Soy Jos, pero puedes llamarme esposo".

El teléfono de la oficina de José sonaba con gran insistencia & él sólo podía concentrarse en terminar de hacer las cuentas de la empresa.
No necesitaba distractores pues cualquier fallo podría costarle su puesto.
Decidió que lo mejor seria ignorar el llamado hasta terminar.

Cuando hubo terminado, el sol ya estaba oculto & la luna mostraba todo su esplendor, con pánico, se preguntó si hoy día tuvo que haber pasado por su hijo al jardín de niños.
Revisó su calendario ¡Ya ni sabía en qué día vivía!
Suspiró cuando cayó en cuenta de que hoy sería (en todo caso fue) Alon por él.

Agotado condujo hasta llegar a su vivienda, lo único que quería era llegar & dormir, quizá por unos tres años.
Llegó a casa, abrió con delicadeza la puerta & entró percatándose de los invitados que yacían en el salón.

—¡Hombre! —. Gritó quien fue su mejor amigo en los días de colegio, Alfredo se puso de pie & caminó con gran entusiasmo a hasta el pelinegro, lo estrechó en brazos & el abrazo fue cordialmente correspondido por el más bajo.

—Cuanto tiempo —. Saludó con fascinación & volteo a ver al castaño —Sigues igual —. Mencionó con cariño cuando lo hubo abrazado —Pero falta tu mechón verde —. Tomó un poco de cabello entre sus dedos —Me acostumbré a verlo —. Gimoteó.

—¡Papá! —. Gritaron al unísono un niño & una niña que salieron corriendo de la cocina.

Bryan sostuvo en brazos a la pequeña niña rubia de mejillas rojizas & José al pequeño castaño.

—Te extrañé —. Anunció con nostalgia su hijo.

—& yo a ti, pequeñín —. Tras un par de cariños. El niño pidió que lo dejara nuevamente sobre el piso, así podría seguir jugando con la bonita niña rubia. Su padre no hizo más que dejarlo.

Con su mirada recorrió toda la sala buscando a su esposo, se topó con un par de ojos azules & le sonrió con ternura, se acercó hasta su bonito compañero, lo tomó de su cintura con delicadeza & rozó muy apenas sus labios con los del otro pues fueron interrumpidos por el otro par.

  —¿Recuerdas tu forma tan peculiar de acercarte a charlar con Alon? —. Freddy preguntó mientras sonreía como si alguien le hubiese contado el mejor chiste del mundo.

  Alonso alzó una ceja, él lo recordaba a la perfección, era bastante gracioso a decir verdad.

  — ¿Recuerdas? ''Me gusta el pelirrojo, pero no sé de que forma hablarle, con siquiera voltear a verlo me pongo nervioso'' —. Comenzó a citar, acto que provocó un gran sonrojo en las mejillas de Jos.

  —''Hola, me llamo José, la mayoría me llama 'Jos', pero tu puedes llamarme 'esposo' —. Villalpando terminó de citar sonriendo.

Jos estaba muriendo lentamente a causa de la vergüenza, había dicho aquello cuando apenas era un crío ¡& seguían recordándolo!

Bufó mostrándose molesto (no lo estaba pero le gustaba dramatizar), se cruzó de brazos & su atención fue atraída nuevamente por la voz de Loncho.

—& al final si lo llamo así —. Se encogió de hombros, trató de ocultar su rostro llevando su mirar hasta su calzado, no quería que vieran el sonrojo en su rostro.

José sonrío como idiota, pasaban los días, pasaban los años, pasaba cada momento & él seguiría gustando del ex pelirrojo. Jos seguiría enamorándose de su esposo, sin duda alguna lo haría.
Amaba verlo sonreír, amaba por sobre todas las cosas besar los finos labios de Alonso, amaba su pequeña cintura, amaba cada peca del más bajo, amaba cada pequeño detalle de Alonso.
Lo amaba tanto que estaba seguro de que jamás se cansaría de repetirlo.

—No me arrepiento de haberme presentado así —. Sonrió orgulloso —Quien diría que una presentación tan absurda me triaría felicidad & el verdadero amor —. Estaba sonriendo como un loco enamorado & no se apenaba, lo era & con orgullo.

Estaba seguro de que más de algún ex compañero o compañera de instituto lo envidiaban por haber tenido la fortuna de contraer matrimonio con alguien como Alonso, por qué, seamos sinceros, ¿Quién no envidiaría a Jos por eso? 

—Te amo mucho, Alon de pollo —. Alonso se sorprendió al escuchar ese apodo, hacía muchísimo tiempo que no le decía así.
Tras pronunciar el sobre nombre, la sala se llenó de carcajadas de parte de sus amigos.

—¡Jos! —. & ahí estaba, algo que nunca podía faltar, el gran grito lleno de cariño & reproche que Alonso le brindaba quizá todos los días.

Cuando lo escuchó se unió a sus mejores amigos en risas dejando al pobre Villalpando completamente avergonzado.