cincuenta y dos.

2.1K 333 172
                                    

— Dos días no es un "para siempre", Ty - bufó Brendon, hipando. — Suenan a esas parejas cursis que dicen que se aman a la semana de comenzar un noviazgo.

Ryan golpeó por la nuca al azabache, sosteniéndolo por los hombros, tratando de que este no se cayera debido a su alto nivel de alcohol ingerido. La noche recién terminaba y Brendon traía unas 15 copas encima de más.

— ¿Cómo carajo se emborrachó tanto? - preguntó Pete, ciertamente molesto por las risas sin control del azabache. — Ni siquiera había alcohol, solo jugo de manzana con gas.

— No preguntes... - murmuró Ryan. — solo no preguntes.

El grupo de amigos continuó con su camino hasta el auto de Patrick y después de hacer maravillas para que Brendon pudiera entrar y colocarle correctamente el cinturón de seguridad, comenzaron su travesía a sus respectivas casas. Patrick era el conductor, Pete el co- piloto; y Ryan, Brendon y Tyler los pasajeros.

— ¿Alguien quiere poner música? — habló Patrick después de cerca de 10 minutos en completo silencio. — Vamos, alguien conecte su teléfono por favor.

Ryan tomó el teléfono de Brendon y colocó Spotify.

— Beebo siempre dice que esta es su playlist favorita, quizá sea tan buena como parece.

Una melodía lenta, pausada. "Kiss me" de Ed Sheeran estaba en reproducción y el mundo en sí se tornó perfecto.

Pete tomó la mano libre de Patrick y ambos las entrelazaron. Ryan recargó su cabeza en el hombro de Brendon, a pesar de que el azabache parecía estar dormido desde hacía un rato; Sin embargo, el corazón de Tyler se terminó de arrugar, su pecho dolía y parecía que la respiración le comenzaba a faltar de a poco.

El rubio tenía una sonrisa en el rostro, la cual desapareció de a poco al ver por el espejo del automóvil al castaño, a punto de convertirse en una bolita de tristeza.

— ¿Quién necesita a Ed Sheeran cuando tienes a Paquita la del barrio? — exclamó Patrick, cambiando de canción rápidamente.

— No es problema... - murmuró el castaño, recargando su cabeza contra el cristal del auto. — Ya estoy acostumbrado.

[...]

La mañana llegó, y los rayos del sol chocaron contra el rostro del castaño, logrando despertarlo.

Talló sus ojos con dificultad y bostezo. Su vista se quedó fija sobre la ventana, como tratando de asimilar la noche anterior.

¿No había sido un sueño?... ¿En verdad su Josh se iría?

Tomo una bocanada de aire y con pesadez en el cuerpo, logró levantarse de la cama, caminando hasta el baño con la cabeza gacha.

Se duchó rápidamente y se observó al espejo, con el cabello mojado y pequeñas gotas de agua corriendo a lo largo de su rostro y pecho. Frunció el ceño, y con la toalla secó todo con suavidad.

Cuando terminó, se colocó ropa cómoda y bajó al comedor, donde sus padres y hermanos lo esperaban ya desayunando.

— Buenos días, bebé — exclamó la señora Joseph, con una sonrisa en su rostro. — En el sartén hay huevo y en la tostadora hay pan, sírvete lo que gustes.

Tyler asintió con la cabeza y con paso lento se dirigió a la cocina, la cual estaba separada simplemente por una pared en forma de arco.

Su vista se quedó fija sobre un bello ramo de rosas blancas dentro de un jarrón colocado sobre la isla de la cocina.

Eran realmente bellas, y le recordaban a cierta persona.

— ¿Hoy es su aniversario y lo olvide? — preguntó a su madre, sintiendo la textura de uno de los pétalos.

— Oh, es cierto — respondió, entrando con su plato en la mano. — En realidad... son para ti, cariño.

Las mejillas de Tyler se colorearon de carmín, al notar una pequeña tarjeta con su nombre colgada de un tallo de las flores.

Para siempre, Travis.
- Joshua. x

La madre de Tyler sonrío, al ver como el castaño tenía una sonrisa sobre su rostro. De pronto, todas sus preocupaciones se habían esfumado y todo parecía ser perfecto.

—¿Quién es ese chico, Ty? — preguntó, sirviéndose un poco de jugo y observando al castaño de reojo.

— Mi novio.

[...]

Con la respiración agitada, el tintado trataba de recuperarse de la escapada de su vida.

Recién, había peleado con su padre y la molestia era tan grande que salió corriendo de su casa, hasta que sus piernas no respondían más y sus pulmones gritaban por un respiro.

No era justo, simplemente no lo era.

¿Por qué cuando por fin podía ser el mismo todo tenía que salir tan mal?

Y vaya que había salido mal. Tan mal, que estaba a menos de 48 horas de partir al extranjero en un viaje de ida sin retorno.

Siempre había sido su sueño conocer el mundo, viajar y quizá perderse en algún país donde nadie lo conociera, poder iniciar de cero; sin embargo, ahora que por fin había encontrado ese lugar en Tyler, no quería dejarlo ir por nada del mundo.

Pensó en llevárselo en una maleta, pero simplemente terminó por deprimirse más.

Tenía pocas horas y quería disfrutar cada segundo junto a Tyler, incluso si eso implicaba darse por perdido en ese lapso de tiempo. Desobedecer a sus padres acerca de su distancia con Tyler.

Y eso haría... o al menos lo intentaría.

Ya no tenía nada que perder.

Colors.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora