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Al levantarme vi a Jackson a mi lado, aún no sabía si eso era cierto o de nuevo tenía un sueño. Quise tocarlo, solo para comprobar si era él, pero en ese momento entro Raquel para despertarme.

-Son las diez y diez, tenemos hambre.

-Hazte algo.-Me queje antes de darle la espalda.

-Es sábado te toca a ti.-

Me levante de golpe tirandole una almohada, cosa que le hizo gracia.

-Que hora es?

Pegue un salto en el sitio, volví a mirar donde estaba él y si, volví a emocionarme. Pensé que todo había sido un sueño.

-Que te pasa?

Se levanto poco a poco, para venir en mi dirección, no pude decir nada, simplemente lo abracé de nuevo.

-Ya esta.

-Tengo que acostumbrarme a que estés.

-Tan feo soy?

Los dos reímos, estaba claro que no era nada feo. Tenía el cuerpo de su padre, musculoso y bronceado, muy latino. Mientras que los rasgos fáciles eran de su madre, tenía los ojos azules que acompañaban a un pelo castaño miel. El año pasado en más de una revista fue el "chico más sexy y solicitado del mundo."

-Hoy me toca hacer el desayuno, vamos.

-Es seguro eso?

-Aprendí a cocina después de eso. Solo incendie tres veces más la cocina.

-Sólo...

Salimos del cuarto riendo, hasta que escuchamos el grito de Celeste no me di cuenta que el iba en calzoncillos y yo como siempre, iba con mi camiseta larga y unas bragas.

-Tu novia esta apunto de llegar, que pensara?

-Que he dormido agusto.- No pude evitar reírme.

-Tranquila, duerme así desde que nació, bueno hubo una época que le iban los desnudos.

-Cierto, pero tu madre no me dejaba ir así.

Cada vez que mi madre lo veía así por la casa, le regañaba porque eramos unos adolescentes y algo podía pasar. Para ese entonces yo estaba con el capitán de futbol y el estaba con la chica nerd del curso.

Al acabar de desayunar, Jackson tuvo que irse junto a Jade para hacer unos recados. Por suerte me prometió volver luego de eso, así que decidí llamar a Tay.

-Voy a salir con Tay un rato.-

Las chicas gritaron desde el salon para que supiera que aún que me habían escuchado no me hacían ni caso.

Tay era mi novio desde hacía casi cuatro años, pero no nos veíamos mucho, por el echo de que yo jamás acepté vivir con él. Y últimamente tampoco estabamos tan bien como para vernos.

-Al fin decidiste llamarme.- Lo mire con aburrimiento, me cansaba demasiado su ego.

-Si querías verme, haber llamado.-

Entre en su coche, dando por finalizada la conversación. Con él las cosas funcionaban así, tenías que dejar clara tu posición si no querías seguir hablando por horas de lo mismo.

-Estarás feliz verdad?-

No le contesté, sabía a lo que se refería, desde que nos conocimos estuvo al corriente de mi amistad con Jackson, pero no podía aceptar eso, para él yo sentía algo por mi mejor amigo.

-A vuelto tu amiguito.

-Si,después de tantos años sin verlo, esta bien hacerlo.-

-Tengo una sorpresa para ti.- Lo miré sorprendida, no solía darme sorpresas últimamente.

-Que es?- 

-Es una sorpresa, no puedo decírtelo aún.- Se río de mi mientras arrancaba él coche.

Estuvo media hora conduciendo, hasta que se paro cerca de un arrolló. Fue justo donde nos conocimos.

Yo iba ahí para pensar, para ese momento yo no soportaba no ver a Jackson y el empezaba hacerse cada vez más famoso. Primero lo veía una vez a la semana, luego fue una vez al mes, hasta que paso a ser una vez cada seis meses y supe que no volvería a verlo como antes.

Eso me tuvo meses en la habitación, hasta que Raquel me enseño el arrollo y me dijo que ahí no había nadie, podía salir sin que nadie me molestará.

-Aquí nos conocimos.

-Quería pedirte perdón por lo imbécil que me comporte estos meses. Estaba muy estresado con el trabajo, aún que no sea una excusa válida, lo siento mucho Amber.

Estuvimos casi toda la tarde en el arrolló recordando como fue todo. Era bonito volver a donde empezó todo, aún que muy a mi pesar sabía que era el final de mi historia con Tay.

Habíamos vivido muchas cosas, me llevo a mi primer viaje al extranjero, me cuidaba cada vez que estaba enferma. Incluso cuando lo llamaba a las cuatro de la mañana porque quería chocolate, aparecía en casa con dos kilos de helado.

Siempre sería el mejor novio que jamás tendría, nadie puede compararse ha él. Si no fuera por el detalle de que me estaba engañando.

Lo descubrí sin querer, hace medio año quise sorprenderle, entre en su casa en silencio y lo encontré con una chica en el sofá. Nadie me vio y salí de allí lo más rápido posible. Nunca le hablé de ello.

-Vas ha decirme porque?

-Solo quería darte una sorpresa.

-Se la razón Tay, dilo.

Salí del coche, no iba a enfrentarlo encerrada en su coche, fuera en la calle al menos la gente podría ver el dolor que yo sentía.

-No sé de que me estás hablando, estás muy rara hoy.

-Tay, dilo ya.- Hice una pausa, no quería llorar.- Se acabo, verdad?

-Porque dices eso?

-Se que me estas engañando Tay, no hace falta que finjas más.

-Lo sabes?

-Si.

-Amber...

-Porque?

-Ella busca lo mismo que yo, somos muy parecidos, quería decírtelo pero no encontraba la manera.

-Desde hace cuanto?

-Casi un año, estamos pensando mudarnos juntos al extranjero, hoy iba a ser el último día que nos viéramos.

-Por eso el picnic...- Me aclare la garganta, aguantaría hasta llegar dentro del portal.

-Lo siento mucho Amber, tu ya tienes tu alma gemela, yo tenía que buscar la mía.- Se acercó a mi y no me alejé, a pesar del dolor, era al que más necesitaba.- Siempre me tendrás a tu lado, llámame y estaré aquí.

Asentí, no podía hacer nada más, solo podía dejarlo ir. Se inclinó para besar mi mejilla, pero al final acabo besando mis labios, con tranquilidad, ese era nuestro beso de despedida. Todo se acabo con ese beso.

Querido mejor amigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora