5-Lo que no te mata, te hace más fuerte

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En mi cabeza pasaron horas e incluso días, y a medida que el tiempo pasaba, las ventanas del coche se iban oscureciendo, hasta tal punto que ya no podía ver más allá del cristal. No querían que la gente supiera dónde se encontraba el centro al que llevaban todos los “inadaptados”.

En un momento dado, el coche se paró, y las puertas de seguridad bloqueadas se abrieron lentamente, dejando a la vista una sonrisa más falsa que una estampida de rinocerontes en medio de una ciudad. Una chica, de unos treinta años y con una bata blanca, sonreía como si le fuera la vida en ello, de tal manera que resultaba repulsivo. Le lancé una mirada hostil. Jamás le iba a perdonar a esa chica y a todo Solrox el haberme traído hasta aquí en contra de mi voluntad. Hasta mostrando cara de pocos amigos, la chica seguía en su intento inútil de entablar una relación amistosa conmigo, así que extendió la mano cuando salí del coche.

-Bienvenid...- dejó de esforzarse por simpatizar conmigo cuando pasé por su lado sin mirarle a la cara, ni siquiera me esforcé en mirarle la mano extendida. Yo me limitaba a mirar el suelo y andar sin saber el rumbo exacto. Empecé a adentrarme en un bosque que había al lado del edificio, y las voces de la chica y el conductor que me había traído se fueron atenuando junto con la luz del sol.

-¡Mei! ¡Mei!- sentí mi nombre repetirse varias veces seguidas, pero mi cuerpo no respondía. Mentira, era yo la que no quería girarme, estaba en un estado de enojo mucho mayor del que debe sufrir Falete cuando va al baño por urgencia de la puerta trasera.-¡Mei, quieres escucharme!- seguía andando sin importarme nada, pero decidí girarme, porque no era la voz de esa chica estúpida, ni la del conductor. Era la voz de un chico joven, infundía confianza.

Respiré profundamente, intenté poner cara de dura y me paré en seco para girarme:

-¡¿Para qué voy a escucharte?! ¡Dame una sola razón por la que deba escucharte y confiar en ti! Además, que sepas mi nombre no quiere decir que sepas quién soy- mi voz era firme y ruda, pero me daba la sensación de que en cualquier momento podía quebrarse entre los llantos que estaba a punto de soltar.

-Nunca he dicho que debas confiar en mi, y tampoco he asegurado saber quien eres. Por el momento, solo sé que estas perdida, y te entiendo. Llegué aquí hará poco más de dos semanas, y como soy el que más recuerda la mala experiencia de llegar aquí, me han pedido que sea tu guía y tu compañía durante unos días hasta que te adaptes. Me llamo Kenneth- extendió la mano con una perfecta sonrisa en la cara, y sin saber porqué, extendí mi mano para alcanzar la suya y sonreí , había algo en él que me hacía sentir bien. Quizá era la seguridad que le salía por todos los costados.- Ya veo que debajo de esa cara de enfado y tristeza se esconde una sonrisa preciosa- mantenía su sonrisa que más tarde hizo que me sonrojara.

-Bu..bueno, ¿a qué vienen esas confianzas?- recuperé mi postura firme para hacerle sentir inferior, aunque en realidad a su lado me sentía vulnerable, como un corderito indefenso.

-Si tengo que ser tu guía, más vale que seamos amigos cuánto antes, ¿no crees?- decía las cosas sin borrar esa sonrisa que me sacaba los colores.

-Supongo...- forcé la voz para que no pareciera que estaba ansiosa por saber más sobre Kenneth y llegar a ser amigos. Había algo en él, como ya he dicho antes, que me hacía sentir bien, me hacía sentir confianza y ganas de vivir junto a él durante el periodo en el que estaría en ese centro del amor.

 -Venga preciosa, anímate, que ya verás que bien lo pasarás junto a mí, ¡el rey de las fiestaaas!- me dijo guiñando el ojo derecho. No pude evitar reírme a carcajadas, cuando un chico es mono y simpático y le acabas de conocer, no puedes evitar reírte si hace el tonto, aunque lo que diga sea penoso.- ¿Lo ves? Un paso menos para que seamos amigos, jajaja. Me gusta verte reír, te muestra como eres realmente, una chica hermosa y alegre.

-Odio que hables así, parece que lo sepas todo- le dije con cara de pocos amigos.

-No vas a poder cambiarme, igual que yo no voy a cambiar que seas una amargada, así que hacemos una cosa: tu sigues igual, yo sigo igual- dijo soltando una pequeña risita burlona e irritante.

-Está bien- puse cara de “te voy a matar” y seguí andando.

Oí sus pasos detrás de mi que se apresuraban para alcanzarme:

-Oye no te lo tomes mal, que era una broma, me caes bien, ahora que te conozco no quiero perderte- me cogió la mano y me puso en frente suyo. Sentí que el ambiente era agradable, y entonces pensé en papá y su plan.

-<<¿Porqué no? Kenneth es simpático y guapo, y al parecer le gusto, quizá podría estar saliendo de aquí mañana mismo.>>- pensé mientras una sonrisa se asomaba por mi rostro, y Kenneth lo debió interpretar mal, porque me besó en la mejilla. Me limité a apartarme cuidadosamente mientras sonreía y seguí andando.

-¿Adónde vas?- dijo preocupado.

-A los confines de la Tierra- solté con sarcasmo-. Pff..no me hagas caso, tan sólo voy más adentro de este bosque, quiero alejarme mentalmente de este sitio de locos.

-¡No hagas eso! ¡Jamás intentes pasear por aquí sin saber el rumbo que tomas!

-¿Pero que dices?- estaba confusa.

-Todo el edificio está rodeado con unas vallas eléctricas que te dejarían tiesa tan sólo con tocarlas con la punta de un dedo. Tienes que vigilar, a mi me contaron que hace dos años, una chica hizo lo mismo que tu quieres hacer ahora, y como nadie la advirtió, topó con esas vallas y la buscaron durante dos días hasta que la encontraron chamuscada y medio comida por las hormigas y los pájaros.

No podía imaginarme la cara de asco que debía de estar poniendo en ese mismo momento, solo sé que retrocedí inmediatamente y dirigí mis pasos hacia el edificio. Cogí las maletas y sin pensarlo dos veces, entré sin saber cuando saldría.

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⏰ Última actualización: Apr 04, 2012 ⏰

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