¿Quién eres?

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Estoy cerca de tu casa bb

A una cuadra

Ve preparándote para ver a éste papasito 

Jungkookie💕

Me despertaste...

Papasito?? Si que estas mal

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Pobre princesa, la desperté de su sueño de reparación

Jungkookie💕

Idiota

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Estoy en la puerta~

Jungkookie💕

Nooo

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Estoy por tocar el timbre~

Y ahí lo escuché. Levanté la vista de mi celular y me acerqué a la puerta, ¿Y si era un violador? Fue muy riesgoso haberle dicho de juntarnos, aunque ya me había visto, y mí piso también pero... No sé, estoy nervioso.

Caminé hacia la puerta principal y dejé que subiera el asensor. Esperé impaciente a que llegara a mi piso, queriendo ya verlo a la cara por primera vez, ya que aquella vez estaba ebrio y realmente no recuerdo nada de lo sucedido,

Las puertas se abrieron, dejando ver a un chico castaño y alto, de un cuerpo delgado y bastante atractivo. Llevaba puesto un jean negro, roto en las rodillas, una remera blanca larga y un poco holgada y unas zapatillas deportivas del mismo color. En su rostro llevaba puestos unos lentes de sol, y una sonrisa inundaba por completa esta.

-No puedo creer que te vuelvo a ver en persona, y que esta vez si estas consiente y en todos tus sentidos- sonrió y comenzó a acercarse a mí.

Pero cuando pensé que iba a hacer una reverencia, me abrazo, y con fuerza. Sus brazos se deslizaron por mi cadera, juntándose en mi espalda y apretando mi cuerpo. Yo no sabía que hacer, estaba nervioso y no sé porqué. Se separó un poco de mí, deja do todavía sus brazos en mi cadera, y me miró a los ojos.

-Estás hermoso- susurró cerca de mi rostro.

Nuestras respiraciones se mezclaban por la cercanía de nuestros rostros. Yo, por inercia, me separé de él, alejando nuestros cuerpos.

-¿Quieres... Quieres tomar algo?- tartamudeé.

-Jaja- rió-, claro.

Lo guié hacia la cocina, y así servirle un vaso con algo para beber. Me dí la vuelta y le iba a preguntar qué quería, pero respondió antes de que preguntara.

-Si puedes, café- asentí y le señale la isla para que se sentase en una silla.

Estaba nervioso y las manos me sudaban. Se había formado un extraño silencio de repente, haciéndonos sentir incómodos. El agua para el café ya estaba comenzando a calentarse, por lo que estaría listo en unos minutos. En eso siento algo rodear mi cintura, no me había dado cuenta de que se había parado. Sus brazos se deslizaron por mi cuerpo, abrazandome desde atrás. Juntó más nuestros cuerpos y acercó sus labios a mi oreja.

-Me encanta como te queda el pijama, Kookie- susurró, a lo que me hizo sonrojar.

Había olvidado que no me había cambiado. Corrí hacia mi habitación para así cambiarme, sintiendo como unas pisadas detrás mío me seguían. No me importaba si estaba caminando casi a mis talones, ya que planeaba cerrar la puerta para que no me vea cambiarme.

Me di la vuelta para cerrar la puerta de mi habitación, pero cuando estaba por cerrarse completamente, puso su pie para que evitara cerrarse. Hice fuerza, logrando que de sus labios salga una especie de gemido y una risa juguetona. Sus manos se posaron en la puerta y comenzaron a hacer fuerza hacia mi lado, abriendo la puerta. Estábamos los dos, peleando por cerrar, mi caso, y abrir, en el caso de Tae, una puerta, la cual terminó de ganar el mayor.

Me empujó para que cayera sobre mi cama, y se posicionó sobre mí. Acercó su rostro al mío, logrando que nuestras respiraciones se mezclen. Y cuando pensé que me iba a besar como en las típicas películas... No, sonrió, dejando ver su hermosa y cuadrada sonrisa.

-Quiero que te quedes en pijama.

Mi ropa de dormir consistía en un pantalón holgado a cuadros de color rojo y una remera de mangas cortas, también holgada, de color blanco.

En este momento mi rostro se encontraba del mismo color que mis pantalones. La vergüenza que sentía en este momento es casi inexplicable. Me había quedado sin palabras, lo único que podía hacer era sentir su aliento mezclarse con el mío, sus penetrantes ojos marrones atrapar los míos.

-Qui... Quiero cambiarme- dije intentando sacarme de su agarre.

-Pero yo no quiero que lo hagas- dijo poniendo una expresión tierna e inocente, la cual cambió a una sonrisa pícara-. Así puedo imaginarte mejor haciendo...

-No digas nada- me apresuré a decir, desviando la vista para no mirarlo a los ojos.

-Ah...- suspiró y se alejó un poco de mi rostro-. Te dejaré cambiarte, pero primero...- se acercó rápidamente a mis labios, plantando un casto beso en ellos.

Se levantó de mi cama, dejándome libre por fin, pero en estado de shock. Escuché como se alejaba y cerraba la puerta de mi habitación, dejándome a mi completamente solo dentro. Me senté rápidamente y repasé con la yema de mis dedos el labio inferior, acariciándolo y dejando que una pequeña sonrisa de felicidad se escape sin mi consentimiento.