10.

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Tove

Al día siguiente partimos en la mañana junto Torstein, Floki, Ragnar, Athelstan, Erlendur, mi padre y yo hacía el reino del Rey Edgberto. Ellos mandaron un mensaje para intercambiar rehenes y así poder hablar de manera pacífica.

Cuando llegamos nos abrieron las puertas del lugar, Ragnar sería el rehén que se entregaría, por lo tanto si heríamos al que nos entregarán, matarían a Ragnar.

Todos completamente en silencio nos acercamos, a lo lejos venía un grupo a caballo, en este se adelanto un hombre de buen aspecto, limpio y con buenas ropas. Ragnar también se adelanto, pasó junto al hombre, ambos se miraron y Ragnar comenzó a sonreír, estos siguieron su camino.

Cuando llegó el rehén, con mala cara nos apresuramos por salir del lugar. En el camino, Floki y mi padre de repente comenzaban a bromear sobre el hombre, pero ya que este no manejaba nuestro mismo idioma no comprendía y se mantenía en silencio.

—¿Lo conoces?—le pregunto a Athelstan que mantenía pacíficamente su vista al frente.

—Creo que debe ser el hijo del rey Edgebrto, Aethelwulf, creo que es su nombre.

—¿Puedes hablar con el?—le pregunto.

—Puedo, pero no se si deba ahora.—contesta.

—Athelstan—lo llamo.—¿Puedo pedirte algo?

—Claro.—responde mirando al frente.

—¿Podrías enseñarme su idioma? Quiero poder comunicarme con otras personas.

Este ahora cambia su mirada en la mía y sonriente acepta, en el camino, me confiesa que nadie antes se lo había pedido y que para el era un agrado.

Cuando ya habíamos llegado, todos miraban al rehén y este aun se encontraba sin decir ninguna palabra. Frustrado lo hacen bajar del caballo y tomar asiento en un tronco, este lo hace y se queda inmóvil en el lugar, aguantando algunas burlas que le hacían.

Prácticamente toda la tarde que este estuvo aquí, Athelstan comenzó a enseñarme algunas palabras, mientras que Floki de repente nos miraba con disgusto, tal vez pensaría que me estaba enseñando sobre sus creencias, pero no era así.

En un momento de la tarde nuevamente escuchamos unos caballos aproximarse, solamente que esta vez en ellos venía Ragnar. El hombre ya entusiasmado por irse, se levanta, pero rápidamente llega Torstein que lo obliga a sentarse de nuevo, hasta que los caballos llegaran, hacía el.

En  el momento que estos ya estuvieron próximos, el hombre se pudo levantar y lo primero que hizo fue subirse a su caballo y marcharse junto a sus hombres de acá.

Ragnar se acercó hacía nosotros, que nos encontrábamos en una mesa esperando su llegada.

—Ragnar.—exclama Floki y le da un abrazo para luego entregarle un vaso con cerveza.—Ven.—lo hace sentarse.

—¿Que te dijo este Rey Edgberto?—pregunta mi padre con cierta indiferencia.

—Nos podía ofrecer tierras.—responde.

—¿Le creíste?—pregunta mi padre acusador.

Miro de reojo a Erlendur, preocupándonos que mi padre no empiece a pelear con el.

El plan perfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora