Capítulo 6: ''Siga la línea cruzada''.

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Era otro día cómo cualquier otro. La misma rutina de siempre. Verla dormir y envidiar la por la paz qué tenía al hacerlo, olvidándose de todos los problemas qué habíamos tenido al día anterior. Era cómo si su cabeza hiciera un reset y todo para ella nunca hubiera pasado. Ni las peleas, ni los gritos, ni las humillaciones, ni mi mal estar.




Aquella chica seguía en mi cabeza. Su cabello largo, sus hermosas mejillas, aquella tierna sonrisa y por sobre todo aquellos perfectos ojos enormes qué transmitían un precioso brillo. Era cómo un sol qué te quemaba, era preciosa al punto de qué podía llegar a dolerte. No entendía el porqué seguía en mi cabeza, no había razón alguna para hacerlo. Algo de ella me llamaba la atención, de eso no había alguna duda.


¿Qué mierda hacía en mí? ¿Por qué no la podía sacar de mi mente? ¿Por qué un ser tan tierno e inocente aparecería en la vida de un pecador cómo yo? Preguntas y más preguntas se cruzaban por mi cabeza, sin dejarme pensar un segundo en todo aquello. Sentía qué había sacudido mi piso, qué todo mi mundo había tornado a algo completamente opuesto. Era tan tierna qué podía apagar cada llama del infierno en el qué vivía. Con solo verla una sonrisa se dibujaba en mi rostro por lo hermosamente dulce qué lucía aquella preciosura. Era un precioso ángel en el mundo de los perdedores.




Aquel día había empezado cómo cualquier otro, pero tenía la sensación de qué algo sería sumamente diferente ese día en particular. Michelle y yo apenas nos hablamos, aunque yo había intentado seguir su juego, ella ya había tomado una estrategia totalmente diferente a la qué ya llevaba por costumbre.



—Cariño, debo irme. Cualquier cosa, ya sabes qué hacer. Te dejaré dinero por si sales en la tarde o debes comprar algo. Te amo.—Mis manos se colocaron en el respaldo de su correspondida silla e inclinando mi torso hacia delante, deposité un suave beso en aquella piel blanca y curtida, helada y aspera qué lucía cómo siempre. Corrió su rostro cuando aquel beso finalizo y ni siquiera fue capaz de mirarme a la cara. Ni siquiera fue capaz de darme un mísero beso.



—Espero y te vaya excelente, Brian.—Decidió ignorarme mientras fijaba su vista en su tostada con mermelada. Dí un gran suspiro y antes de tener qué comentar algo qué pueda desatar una nueva discusión, decidí alejarme. Tomé mis llaves y me escapé de allí, casi tan rápido cómo si irme al estudio fuese una emergencia.



Mi día había empezado horriblemente mal, una vez más. La música de The Misfits resonaba en todo el carro. Hacía demasiado tiempo qué no escuchaba la música de mi adolescencia, sinceramente. Había demasiado tránsito y eso ya me tornaba a un mal humor.


El llegar al trabajo fue una tortura. El tránsito era demasiado y mi paciencia se estaba acabando poco a poco. En esos momentos, deseaba quedarme en casa pero solo ante ese pensamiento, deseaba instantáneamente en volver a usar mi bicicleta. Y para rematar mi agradable mañana; me había quedado sin lugar en el estacionamiento del trabajo. Estaba llegando tarde, más de lo qué me gustaría estar llegando. Siempre he sido muy puntual y perfeccionista en cuanto mis horarios se trata. Odio la irresponsabilidad y el llegar tarde.


En mi rostro podía verse el fastidio, el mal día y sobre todo el cansancio. Aquella preciosidad se había desvanecido de mi mente casi por obra de magia cuando la furia apoderó mi cuerpo por completo, sintiendo aquello correr por cada vena de mi ser. Abrí la puerta casi de un golpe, entrándome al gran santuario qué aquel día sería mi bolsa de boxeo. Pude sentir el escándalo, las risas y las locuras provenir del estudio; Jacoby había venido a visitarme.

THE REASON IS YOU. [ SYNYSTER GATES ]Where stories live. Discover now