Una de las cosas más difíciles de nuestra vida, es asumir que algo a llegado a su fin, pero por más doloroso que sea, hay vínculos que deben romperse y dar por finalizada una etapa. Y es que, en ocasiones, para ser feliz tenemos que aprender a decir adiós.
Hoy es hora de cerrar ciclos y empezar un nuevo capítulo en mi vida, de liberarme de las cadenas que me atan a lo que fue, pero ya no es, de dejar atrás pedazos que ya no encajan. Es hora de tomar un poco de valor y ponerme de pie, agarrar las maletas y cerrar la puerta de ese cuarto oscuro para mirar al frente y caminar abriendo paso a un nuevo mundo. Es hora de aprender a volar.
Yo nunca olvidaré a las personas que han sido parte de mi vida, y no importa el motivo por el que ya no forman parte de mi presente, porque cada una de ellas me dejó una experiencia, me enseño algo que tenía que aprender. Algunas hicieron más bonito mi mundo, me ayudaron a ser mejor persona, me dieron increíbles momentos de felicidad, me dieron la mano cuando caí o me ofrecieron un hombro para llorar cuando lo necesité. Otras, me traicionaron, me causaron dolor, vulneraron mi autoestima, me enseñaron lo que no es el amor, o simplemente, me enseñaron a no ser como ellas. Y si hoy se quedaron atrás, es porque definitivamente, ya no encajan en mi presente.
Y aferrarme al pasado, el dejar puertas entreabiertas y alimentar ilusiones sin fundamento, es como llevar a mis espaldas una pesada mochila que sólo sirve para no dejarme avanzar. No es nada fácil cerrar ciclos y se requiere mucha valentía, pues sólo yo sé lo que he vivido, lo que he perdido y las heridas que debo sanar, pero intento recordarme que detrás de un final siempre existe una nueva oportunidad para volver a ser feliz. Y aunque el pasado no puedo borrarlo ni editarlo, no hay peor error que vivir de lo que ya no tiene sentido.
Hoy me perdono si alguna vez tomé decisiones equivocadas, y sin quererlo, hice daño a alguien que me amaba. Hoy perdono a quien, consiente e inconscientemente, me lo hizo a mí o me hizo sentir que no era suficiente. Me libero del dolor y el sufrimiento por un pasado que no volverá y cierro puertas que pesan en mi interior aceptando que el hubiera no existe, y lo que viví, sólo podía ser de esa manera.
De las experiencias se aprende, y al final, de todo se sale. Nuestras vidas están compuestas de etapas y cada una de ellas cumple un propósito y aunque el pasado no lo voy a olvidar, lo dejo donde pertenece. Es de valientes arrancar la tristeza, mirar al horizonte y emprender el vuelo. Es de valientes recomenzar y dejar de atormentarse por aquello que no volverá. Y hoy es un buen día para mirarme al espejo y empezar a amarme. Hoy decido hacer de mí un nuevo capítulo en mi vida, una persona feliz por sí misma, no por los recuerdos, ni por alguien más. Es hora de cerrar ciclos, de vivir el presente y volver a ser yo, porque mejores cosas me esperan y me quieren entera.
Cerrar ciclos. No por orgullo, ni por incapacidad, ni por soberbia, sino porque, sencillamente, aquello ya no encaja en tu vida. Cierra la puerta, cambia el disco, limpia la casa, sacude el polvo. Deja de ser quien eras, y transfórmate en el que eres.