Caimos en la tentacion.

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Nuestras lenguas se entrelazaban mientras peleaban salvajemente en un juego desenfrenado por abarcar cada parte de todos los rincones de la boca del otro. Nunca había besado, ni me habían besado de tal forma, con ese ímpetu, con tal pasión y sensualidad. Cerré los ojos y me concentro en saborear esa húmeda cavidad hasta casi rozar la campanilla de mi ada.

Tras unos minutos que me parecieron un siglo eterno de placer, mí ada saco lentamente su lengua de mi garganta, lo tome de la nuca con la vaga intención de repetir ese beso tan salvaje y placentero, pero ada poso su dedo en mi boca, me miro con ternura y deseo y me susurro al oído:

No seas impaciente, mi pequeña hoja verde. Quiero que seas enteramente mío, quiero que sepas que me perteneces, así como yo te pertenezco a ti.

Ada se incorporó solo por un momento y por primera vez tras varios siglos de estar a su lado, contemple con nuevos ojos su impresionante cuerpo desnudo. (Que esperaban luego de tantas batallas) Su pene erecto cual mástil, de buen grosor y gran tamaño, siendo coronado por esos testículos de igual o menor tamaño.

Me recosté sobre la cama y ada se puso sobre mí, empezando a lamer lentamente mi cuello mientras pellizcaba mis pezones, que hacía que me retorciera de placer.

Tras varios minutos de tortura poso su lengua sobre mis labios, lamiéndolos y dándoles pequeños mordiscos. Atrape y succione su lengua como si esta fuera el manjar más delicioso del mundo, introduje la mía en su boca y nos enredamos en un nuevo, largo y apasionado beso.

Me libere del beso, separe mis piernas y me voltee quedando ahora sobre ada, me senté sobre su entrepierna acomodando mi pene sobre el suyo para comenzar a moverme logrando así que nuestros líquidos pre seminales se fundieran en uno solo.

Se recostó de nuevo sobre mí y sin separarse ni un milímetro de ambas ingles juntas, comenzó a lamer cada centímetro de mi pecho, saboreando, succionando y mordisqueando mis pezones totalmente erectos por tal atención. Mis manos recorrían cada centímetro de su espalda, mientras repartía leves besos sobre su cabeza y parte de su rostro.

Mi cuerpo se contraía cada vez más debido a la excitación, mientras sentía mis testículos se iban endureciendo al tener contacto con los suyos también endurecidos por la constante fricción de nuestros cuerpos. Ada se incorporó totalmente y se inclinó sobre mi pene tomándolo suavemente con sus dedos, empezando a lamer y besar la punta de mi pene. Sus besos pasaron a ser succiones que fueron subiendo de intensidad hasta que lentamente fue engulléndolo.

Lo agarre del cuello y empecé a follarme su boca, ada me miro con mucho deseo y determinación en sus ojos.

Disfrutaba mucha tan deliciosa felación hasta que sentí las convulsiones de la inminente llegada del orgasmo y no pude más que gritar:

¡Me corroooo!

Hazlo quiero saborear cada gota de ti- me dijo ada mientras volvía a succionar el largo de mi falo.

Entre espasmos de placer vi como mi semen escapaba en pequeños hilos por la comisura de sus labios, ada apretaba más fuerte mi glande para lograr tragar hasta la última gota de mi semilla.

Ada se levantó y me empujo violentamente sobre la cama, dándome un beso pasional compartiéndome así los restos de mi semilla.

Intente tragar su enorme falo pero mi boca parecía incapaz de tragar esa enorme masa de carne y aunque lo intentaba, cada vez que introducía un centímetro mi boca parecía querer desencajarse.

Puse todo mi empeño en chupar, lamer, succionar lo que cabía en mi boca, fui acomodándola con mi lengua y a los pocos minutos ya tenía más de la mitad de su pene en mi garganta. Lo suficiente como para hacerle una buena felación.

Convulsiones y gemidos por parte de ada, en pocos minutos se corrió en mi boca con una potente estocada hacia mi garganta.

Nos quedamos recostados, totalmente sudados, exhaustos y abrazados sobre la cama.

Esto no ha terminado, tengo algo mucho mejor que ofrecerte mi pequeño- me dijo ada con su voz cargada de lujuria.

¿Ah si? Estoy ansioso por saber que será- dije con inocencia fingida.

Veo que ya estás listo para ello- ada dijo mientras agarraba mi pene ya erecto.

Me di la vuelta sobre la cama y me puse en cuatro, levante mi trasero separando con mis manos ambas nalgas dejándole a la vista mi ano. Empecé a acariciarlo, cuando de pronto sentí uno de sus dedos húmedos dentro de mi esfínter y le dije:

Ada...tómame, cada parte de mi cuerpo te pertenece- sentí como se colocaba detrás de mí. Empezó a acariciar mi trasero y en pocos minutos sentí dos dedos más dentro de mí. Gemía y gruñía de placer con cada embestida que sus falanges me daban y le pedía que me penetrara de una buena vez.

Fin


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