Capítulo 2

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Kyle
Ya llevaba unos pocos meses ingresado en el hospital. Mis heridas más o menos habían sanado todas, me habían puesto dientes falsos en aquellos que me había roto con la caída y ya no me hacía falta andar con muletas o silla de rueda. Aunque me encontraba más hecho polvo que nunca, me sentía como nuevo. En aquellos meses me había hecho un par de amigos, eran bastante simpáticos aunque la verdad era que me daban un poco de pena y algunas veces me hacían sentir como un auténtico idiota por haber tratado de poner un punto final a mi vida. Ellos tenían cáncer, Celia siempre llevaba un pañuelo en la cabeza para ocultar los efectos de la quimioterapia. Mientras tanto, Manu lucia su calva orgulloso, con esperanza de que aquello significase estar un poco más cerca de sanar. Con ellos pasaba casi todo el rato, excepto en las horas de visita, de revisiones y cuando me tenía que ir con la doctora a la habitación verde. La verdad es que en lo que llevaba allí no había conseguido recordar nada más, solo vagos recuerdos sobre el instituto y mi casa, poco más, nada de verdadero interés. Nos pasábamos horas allí sentados, ella mostrándome fotos de la que había sido mi vida anterior, fotos de personas, lugares, animales... Pero nada, rara vez conseguía poner nombre a lo que me mostraba.
En esos momentos, me encontraba sentado frente a la doctora Cook como de costumbre.
-Kyle, hoy quiero que nos centremos en algo un poco más doloroso, hoy quiero que nos centremos en el motivo de tu caída. Si sientes que no estás preparado para hablar de ello o en algún momento quieres parar, dímelo y daré por finalizada la sesión de hoy.
-Estoy preparado- dije con los puños cerrados y en tensión.
-Muy bien...empecemos. Kyle, quiero que me cuentes todo lo que recuerdas sobre aquel día, o los anteriores. Quiero que me hables de lo que sentiste al saltar, al volar, lo que sentías antes, quiero que me cuentes todas las sensaciones que tuviste.
Tres decir eso la doctora cogió su cuaderno de tapa morada y su boli azul como de costumbre, siempre que hablaba ella iba tomando notas, al principio eso me ponía muy nervioso, pero en los últimos meses ya me había acostumbrado.
-Pues...-Comencé a hablar mientras trataba de recordar todo lo posible- No recuerdo nada de los días anteriores, ni de aquel propio día. Solo recuerdo pensamientos, sensaciones del momento antes del suicidio. Recuerdo la tristeza que me envolvía, tenía un peso enorme en los hombros del que quería deshacerme. Había perdido el norte, pero también el sur, había perdido todas las direcciones capaces de hacerme sentir feliz. Recuerdo pensar "¿que narices significa la felicidad?" Para mi esa palabra ahora carecía de significado, era una palabra incoherente que no tenía definición en mi diccionario. Recuerdo haber llorado y dejarme los ojos al rojo vivo de tanto frotarmelos, recuerdo sentir como me faltaba el aire, la sensación de estar ahogándome en mis propios pensamientos. Y, el alivio, el sentimiento de libertad al saltar, aunque era consciente que acabaría muerto o en el hospital, me sentía más vivo que nunca. Saboreé cada segundo con dulzura...
Al acabar de hablar cogí aire y estuvimos un par de minutos en silencio. La verdad, me encontraba cansado de repente, pero a la vez aliviado, como si lo que acabase de decir me hubiera quitado un peso de encima.
-Muy bien Kyle- dijo la doctora Cook después de un buen rato de silencio.-Ahora quiero enseñarte una cosa.
Cogió su bolso y de él sacó una bolsita de plástico. La abrió y sacó de ella un móvil. Era un iPhone 4 y parecía bastante nuevo, aunque tenía las esquinas algo desgastadas.
-Este móvil lo encontramos en tu habitación. Estaba todo lleno de cristales y la pantalla totalmente rota, tuvimos que llevarlo a arreglar por que era imposible tocarlo sin cortarse. Cuando finalmente lo repararon y lo pudimos encender, vimos que lo último que habías hecho con el había sido ver una foto. Esta foto para ser exactos.
Tras decir eso encendió el móvil y me mostró la fotografía de una chica de cabellos rubios y ojos azules. Al ver aquella foto sentí un horrible pinchazo en el pecho, como si alguien me estuviera pegando un puñetazo. Luchaba por reprimir esa sensación de dolor y no dejar que las lágrimas que se me habían formado en los ojos cayeran violentamente por mi rostro. Entonces, como si de rayos se tratasen, vinieron a mi cabeza fugaces recuerdos. Yo y ella cogidos de la mano, comiendo un helado, en el cine, riéndose, pasándose notitas en el instituto... Y el más doloroso, ella besando con dulzura a otro chico.
-Yo, estoy cansado, quiero irme.- dije seriamente.
-De acuerdo, quizás sea demasiado pronto para hablar de ello. Mañana tendremos una sesión más relajada, te lo prometo. Anda, descansa y no te entretengas hablando con Celia y Manu, que necesitas dormir y ya nos conocemos.
-Que poca confianza veo por aquí, me hieres...- dije bromeando y salí de la habitación. Comencé a andar sin rumbo en vez de ir directamente al comedor o a mi habitación, necesitaba aclarar mis ideas y, quería recordar todo lo posible de esa chica. Por que, había recordado algo muy importante, y es que la amaba.

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