Capítulo 11

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Kyle

Antes de subir al coche, me di la vuelta y contemplé el que había sido mi hogar y el lugar en el que estaba seguro que mis amigos vivirían mil aventuras, ahora ya sin mi. Con tristeza abrí la puerta del coche y me subí, sonreí al recordar la agridulce despedida que acababa de tener. Mi móvil vibró en mi bolsillo anunciándome que había recibido un nuevo mensaje. Lo saqué y presioné el botón situado a la derecha para que la pantalla se encendiera. Puse mi contraseña para desbloquearlo, y arrastré el dedo hacía abajo para ver las notificaciones recientes. Tenía un mensaje de whatshapp de Celia. Pulsé ahí y entre en el chat que compartía con la chica de ojos verdes. Me había enviado una foto. Espere a que se cargara, impaciente. Cuando por fin pude verla, presioné el dedo contra ella para que se agrandara. Era una foto de Manu y ella. Sonreían ante la cámara, imitando ser felices pero en sus rostros había algunos rasgos de tristeza causados por la despedida. Celia tenía los ojos brillantes y muy abiertos, te podías perder en aquel verde esmeralda. En cambio los de Manu estaban casi cerrados. No cabía ni una uña entre sus rostros, ya que estaban completamente pegados, pensé que esa sería la razón por la que Celia estaba levemente ruborizada. La foto estaba acompañada con un mensaje que consiguió sacarme una sonrisa, ''ya te echamos de menos'' decía el pie de foto. Me hice una foto poniendo morritos como si tuviera 5 años y se la envíe añadiendo un ''Yo a vosotros más, me aburro''. Tras mandar el mensaje estuve esperando un par de minutos a ver si Celia se conectaba y me contestaba, pero al ver que eso no sucedía, decidí guardar el aparato. Me apoyé en la puerta del coche y decidí mirar el paisaje a través de la ventana. Todo lo que se veían eran personas y edificios, no eran unas grandes vistas a decir verdad. En seguida mis pensamientos tomaron el control en mi mente, estaba asustado. En menos de un mes comenzaría de nuevo el instituto y en menos de una hora vería mi casa. Pocas cosas recordaba de ella, tan solo la ventana de mi habitación y algunos pasillos. Lo que no tenía era ningún recuerdo mío con una edad menor a la de los 10 años. Y entonces, mientras seguía reflexionando y tratando de recordar cosas de mi infancia y del que sería mi nuevo hogar, mi mirada se topo con la de una chica que estaba en frente mío. Tendría unos 12 años, llevaba su larga cabellera castaña recogida en dos trenzas y sus ojos curiosos no miraban a la carretera al cruzar. Me temí lo peor ya que nuestro coche iba a mucha velocidad y la muchacha despistada no había visto aquel semáforo en rojo. Mi madre, absorta en sus pensamientos tampoco se había fijado en ella.

-¡Mamá para!-grité causando que mi madre pegara un brusco frenazo.

-¿Hijo estas loco?¿Qué sucede?¿Qué haces?-me chilló ella nerviosa.

-Estaré loco, pero acabo de salvar la vida una niña.

Tras decir esto salí del coche y corrí hasta la chica, que ahora se encontraba a menos de un metro de nuestro coche. La feliz sonrisa se le había borrado del rostro y su rostro estaba pálido. Miraba al coche con los ojos muy abiertos y se notaba que tragaba saliva con dificultad.

-¿Estás bien?-le dije cuando llegué a su lado.

-S-si...-consiguió tartamudear.-G-g-gracias.

-No hay de que, pero deberías de tener más cuidado al cruzar.-le reproché.

-T-tienes r-razón...lo siento-dijo en un sollozo.

-Tranquila, ya ha pasado el mal trago. Lo importante es que estas bien y que a partir de ahora seguro que vas a tener más cuidado, ¿verdad?-tras decir esto esbocé una sonrisa sincera que esperaba que esperaba que le infundiera tranquilidad.

-Gracias-me contestó devolviéndome la sonrisa.-Debo irme, adiós.

Tras decir esto salió corriendo, cruzó la carretera y se perdió por las calles. Que chica más simpática aunque imprudente. Regresé al coche y cerré la puerta. Mi madre arranco y volvimos a circular.

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