Celia
Hacía un día ya que Kyle se había ido, la verdad era que se me había pasado muy rápido, como si tan sólo hubieran pasado un par de horas desde que había cruzado la puerta del hospital dejándonos con esa sensación agridulce. Cuando se fue, Manu y yo subimos al nuestro lugar secreto, allí el muy torpe se resbaló por el tejado y consiguió sujetarse a tiempo, pero su móvil no tuvo tanta suerte, ya que se le salió del bolsillo y se cayó por el tejado, un canalón lo salvo de estrellarse contra el suelo. Aún así, la pantalla había quedado destrozada y el móvil inutilizable. El mió se había quedado sin batería y no encontraba el cargador por ninguna parte, esperaba que Kyle no se hubiera preocupado. ¿Qué tal le iría? ¿Habría descubierto algo más relacionado con el recuerdo que revivió el día anterior? Me terminé de lavar los dientes, ya que hacía rato que había vuelto de comer y quería arreglarme un poco. Enjuague mi boca y me seque con una toalla. Apagué la luz del baño y salí. Me miré en el espejo de mi altura que tenía apoyado en una de las paredes de mi habitación. No me gustaba el conjunto que me había puesto aquella mañana, había cogido la primera camiseta y los primeros pantalones que había visto, ya que si no me hubiera apresurado no me habría dado tiempo comer. Me había sentado sola ya que Manu estaba apunto de acabar y había comido en compañía de una preciosa muchacha de cabellera rizada y roja como el fuego. Aún me dolía el pecho, los celos aún me comían por dentro. No habíamos hablado en todo el día, al acabar de comer me había levantado con la esperanza de que él me esperará en la puerta del comedor para dar una vuelta, pero al salir, había notado como mi corazón se agujereaba a causa de la decepción. Nadie me esperaba allí.Seguí rebuscando entre las prendas de mi armario, y finalmente encontré un conjunto que me convenció. Una blusa color pastel de tirantes, ya que hacía bastante calor aún siendo mediados de septiembre y unos pantalones vaqueros que me llegaban a la mitad del muslo. Me quité el pañuelo verde que llevaba, hacía un par de días que no me lo cambiaba y ya iba siendo hora. Antes de tapar mi cabeza con otro que hacía juego con mi blusa, me miré detenidamente al espejo. Me pasé la mano lentamente por la cabeza y quise llorar. Echaba de menos hacerme trenzas, coletas y extravagantes peinados. Siempre me quejaba de los tirones que me daba el cepillarme el pelo por las mañanas pero ahora haría lo que fuera por volver a peinarme. Tenía una promesa conmigo misma, una vez saliera de aquel horrible lugar, no me cortaría el pelo nunca más. Y es que, me seguí mirando, y solo podía ver lo horrible que estaba sin mi larga melena ondeando a mi espalda. Comprendí que cuanto más mirara más se me encogería el corazón y mas complejos me vendrían a la mente, así que me di la vuelta y me tapé aquello de lo que tanto me avergonzaba con el pañuelo. Después, me seque las lagrimas que no había podido controlar y me volví a mirar en el espejo. Tenía los ojos algo hinchados y rojo, así que cogí el botiquín del maquillaje y me eche un poco de rimel y base. Ya estaba presentable. Sonreí a mi reflejo, tratando de convencerme a mi misma que todo marchaba bien, que a pesar de todo era feliz.
Salí de mi cuarto dispuesta a encontrar a Manu, ya que sabía que o me quedaría tranquila hasta no averiguar más cosas sobre aquella chica junto a la que le había visto en el comedor. Lo primero que hice fue ir a mirar a su cuarto. Llamé a la puerta un par de veces, pero no obtuve respuesta, por lo que comprendí que no había nadie dentro. Entonces, decidí ir a buscarlo a la cancha de baloncesto, ya que no se me ocurría donde más podría estar. Salí al patio y le vi a lo lejos, jugando con la chica de cabellos rizados. Reían y trataban de quitarse la pelota. Entonces él dio un salto impresionante que hizo que lograse esquivarla y meter la pelota en la canasta sin ninguna dificultad. Pude ver como ella se hacía la ofendida y como él la rodeaba con sus brazos para que no se enfadara. No pude seguir mirando y corrí, me encerré en mi habitación y lloré. Me encantaría chillar, gritar con todo el aire de mis pulmones y desahogarme, pero sabía que no podía ya que alteraría a las enfermeras y armaría un buen escándalo, así que no me quedaba otra opción que llorar en silencio abrazada a las cálidas sabanas de mi cama y contar con la única compañía de mi almohada. Pase la tarde así, encerrada, sola. Un par de veces llamaron a la puerta, pero eran médicos que querían comprobar mi estado o que querían hacerme pruebas y de más. Pero no contesté, no abrí la puerta y me hice la dormida. Tampoco bajé a cenar y no estaba segura de si bajaría a desayunar al día siguiente. Y es que sabía que el momento que saliera de mi habitación, dejaría de estar protegida por esas paredes que me separaban del mundo exterior, de las crueldades y decepciones que me esperaban. Y no estaba preparada para afrontarlo. Me hubiera gustado tener una amiga en esos momentos, con la que hablar y que me aconsejara, como veía en las películas. Una amiga que hiciera lo posible para hacerme reír y que insultase a la chica de rizos por sobarme a Manu y hacerme sentir de esa manera. Una amiga que me dijera lo increíble que soy y me hiciera sentir especial, que me subiera la moral. Pero no la tenía, tan solo tenia un amigo que había tratado de poner fin a su existencia por no saber ver la belleza en si mismo. Además, no podía hablar con él, debía encontrar mi cargador primero, y no tenía energías para ponerme a buscarlo en esos momentos. Peor entonces recordé que...Con las pocas energías que me quedaban me incorporé y rebusqué en uno de los cajones de mi mesilla de noche. Finalmente lo encontré. Saqué el cargador portátil que me había regalado mi madre hacía un par de meses y lo conecté a mi teléfono. Esperaba que funcionase. Paso un rato hasta que finalmente mi móvil se encendió, miré la hora, eran las 23:09, aun no era muy tarde para hablar con Kyle. Sin desconectarlo del cargador portátil, entré en whatshapp, tenía un ar de mensajes. Uno era de mi madre, otro de mi hermana pequeña y una decena de un grupo de amigas de mi antiguo instituto. No me preocupe en abrirlos, ya me encargaría de responder cuando tuviera ganas. Abrí el chat que compartía con Kyle, la última vez que se había conectado había sido hacia un par de minutos, recé por que no se hubiera ido a dormir aún.
ESTÁS LEYENDO
Remember?
Novela JuvenilY saltó...Su vida desde ese momento cambió completamente. Saltó por que ya no podía afrontar sus problemas, para él el significado de la palabra felicidad había desaparecido, ya no sabía ver el vaso medio lleno pues para él el vaso hacía mucho que s...