Capítulo 6

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Celia
Me despedí de mi madre con un fuerte abrazo y la revolví el pelo a mi hermana. Ella para vengarse se puso de puntillas y me incrustó un beso baboso en la mejilla derecha.
-Uggg...Que asco-dije poniendo una mueca.
-Jajaja, te he llenado de babas, jajaja- me respondió riendo y saltando.
-Esto no va a quedar así, sabes que me vengaré.
-Pero yo tengo ya 8 años, ya puedo defenderme sola-me dijo y me saco la lengua.
-Anda Paula, vayamos y dejemos a tu hermana descansar, que lleva casi toda la tarde ya contigo-dijo mi madre cogiendo de la mano de mi hermana.-Adiós cariño, vendré a verte la semana que viene, cuídate anda.
Tras decir eso, me dio un dulce beso en la frente y se fue con mi hermana.
Si alguna vez alguien me preguntaba que es la felicidad para mi, sin dudarlo dos veces diría que mi hermana. Mi hermana es un rayo de sol, siempre ríe y sonríe, es la personificación de la alegría. Me preguntaba cómo sería en 7 años, cuando entrase en la adolescencia. Estaba segura de que iba a causar sensación fuera a dónde fuera. Ella siempre había sido guapa, y seguramente siempre lo sería. A diferencia de mi, ella era muy parecida a mi madre, cabello rubio rizado y grandes ojos de color marrón caramelo. Además, era una chica muy auténtica, siempre decía lo que pensaba, sin rodeos. No trataba de adornar las cosas, decía las realidades, tanto para positivo como para negativo. La verdad, yo esperaba que el futuro no la hiciera cambiar, que siguiera manteniendo esa divertida personalidad y aquella fuerte y permanente sonrisa.
Me levanté de mi cama y salí de mi habitación. Empecé a andar, sin una dirección fija, tan solo para saludar a la gente, para estirar las piernas. Por alguna extraña razón, la visita de mi hermana y mi madre me había cambiado el ánimo notablemente. No se como, acabé rumbo a la habitación de Kyle. Había salido para estar sola, por esa razón no había ido a buscar a Manu. Pero, no sé porque, algo me decía que debía ir en busca del chico de ojos verdes. El motivo por el que fui, la razón que guió mis pasos, podría llamarla de muchas maneras, destino, subconsciente... Lo que no varía fueron los acontecimientos de después. Cuando ya había llegado al pasillo en el que se encontraba la habitación, una chica de cabellos rubios salió corriendo de ella. Iba tan apresurada que sin darse cuenta chocó contra mí, causando que las dos acabasemos en el suelo.
-Lo siento mucho-se disculpó avergonzada.
-No pasa nada...-y mientras la decía eso pude ver que tenía su rostro inundado por las lágrimas.-¿Estás bien?
-Sisi...No importa.-me dijo, pero su rostro contradecia sus palabras.
No se que me llevó a tenderla mi mano, no se porque la invite a contrme lo sucedido mientras la invitaba a un refresco en una de las máquinas expendedoras de la planta baja del hospital. Quizás fue mi instinto, el querer ayudar a alguien que se veía débil, quizás fue el universo que quería juntar nuestros caminos, quien sabe, quizás solo pasó, sin ninguna explicación, quizás solo la ayudaba por entretenerme con algo, es de esas cosas que por más que busques una única razón, encontrarás un amplio abanico de ellas.
-Muy bien, ahora que te has tranquilizado,¿quieres hablar de lo que te ha sucedido? Te he visto salir de la habitación de mi amigo Kyle,¿te ha hecho algo?
Y en vez de responderme, fueron las cascadas que volvieron a brotar de sus ojos las que me dieron las que me lo afirmaron. Y entonces,un fugaz pensamiento pasó por mi mente, el recuerdo de Kyle hablando de la chica que amaba. Hablando de su cabellera dorada y sus ojos brillantes y azules. Estudié el rostro de la chica que sollozaba frente a mi y no tuve día alguna, debía ser ella. Y como si hubiera leído mis pensamientos me contestó:
-Sí, pero no es él quien ha roto el corazón de alguien, soy yo a la que en un pasado le juro eterno amor y yo rompí mis promesas  besando los labios de otro chico. Un beso prohibido que se llevó todos sus sueños y esperanzas de una vida junto a mí. Un beso que puso punto y final a la vida que conocía.
Tardé varios segundos en comprender sus palabras, en procesar su confesión. Y lo hice, pero en ningún momento la juzgue, pues la comprendía y además, se veía que había pagado el precio por su infidelidad, no hay peor castigo que nuestros propios remordimientos, nuestros oscuros pensamientos. Aquella chica se había enamorado de otra persona, y eso es algo de la que no se la puede culpar, nadie decide a quien pertenece su corazón, nadie es el autor de su historia impregnada de emociones. Era cierto que no había tenido el valor de confesar sus verdaderos sentimientos, pero, ¿acaso ella tenía la culpa de no querer romper un corazón? Es más,¿habría tomado yo la decisión correcta en su situación? Y es que a veces, hasta la solución más obvia se nos escapa, preferimos complicarnos en exceso. Por ejemplo, siempre hemos complicado el amor, este sentimiento es algo tan simple como alguien que quiere a otro alguien y viceversa. ¿Por qué tiene que haber terceras personas? ¿Por qué debe haber posesión?¿Celos? Ojalá fuera tan sencillo como amar y ser amado,ojalá todos pudiéramos encontrar al amor de nuestra vida y que este durase como poco,un para siempre.
-Respira profundamente-la aconseje para que se calmara.
-No,yo...Debo salir de aquí...dile a Kyle que realmente espero que algún día acabe recordando y pueda finalmente perdonarme...Debo irme.-me dijo agobiada, realmente me daba lástima.
-Antes de que te vayas, ¿me podrías decir tu nombre?- y es que aunque me hubiera abierto su alma y me hubiera confesado aquello que más perturbaba su corazón, aún no podía llamarla de ninguna manera, no sabía quién era.
Rápidamente, en un susurro, el viento me trajo a la oreja las letras de su nombre. Se posaron en mi oído y ella se fue, sin dejar rastro, como si tan solo fuera un recuerdo que se había desvanecido. Enseguida me sentí incómoda en aquel lugar, donde hacía un par de minutos había estado ella llorando en mi hombro y contándome sus penurias. Me fui de allí, y no sabía que rumbo tomar, ¿iba a ver a Manu para contarle lo sucedido?  ¿O sería mejor ver a Kyle? Finalmente, decidí tomarme un rato sola, me dirigí a mi habitación. Al llegar allí, me deshice del vestido morado que me había puesto para recibir a mi madre y vestí mi cuerpo desnudo con un pijama de unicornios que me habían regalado por reyes el invierno pasado. De entre todos mis pijamas, aquel era sin duda alguna mi favorito. No solo por aquellos animales mitológicos que adornaban su algodón, si no por que era calentito y acogedor. Junto con las sábanas me había protegido las noches heladas de invierno y las noches de verano en las que el frío era causado por mis propios pensamientos. Era suave al tacto, así que siempre lo acariciaba, como si fuera un pequeño gatito, hasta caer rendida, hasta dejar que los sueños tomaran la posesión de mi cuerpo. Yo siempre he pensado que los sueños nos muestran nuestros mayores deseos, nos muestran situaciones alternativas a nuestras vidas, nos ayudan a tener un instante de paz antes de empezar un nuevo día. Una vez leí un libro llamado "Todo lo que podríamos haber sido tú y yo si no fueramos tu y yo". Fue un libro que me engancho en sus páginas, realmente me enamoré de él, pero había una cosa que me llamó la atención, la gente pagaba grandes cantidades de dinero a cambio de una inyección que les librase de la carga de necesitar dormir, eso realmente causo un debate en mi cabeza y me pregunté a mi misma, ¿yo compraría esa inyección si tuviera la oportunidad de hacerlo? Pasé varias noches en las que no pensaba en otra cosa, por que por un lado, librarse del peso de tener que dormir  cada noche, poder contemplar las grandes maravillas nocturnas y pasarte noches enteras contando las estrellas que adornan el oscuro cielo, ya no tener que limpiarte las legañas nunca más. Pero, por otro lado tampoco , ¿vivir un día eterno? Pues estoy segura de una cosa, perderías la noción de tiempo, atrapado en un día eterno, que jamás empieza y que jamás termina.    Entonces, oí unos golpes tras la puerta.
-¡Celia, soy Kyle! ¿Estás despierta?- grito una voz desde el otro lado de la puerta.
En vez de contestar me limité a levantarme de la cama y abrirle la puerta de mi habitación.
-Pasa- le dije. Sé que puede sonar algo seco, pero en esos momentos lo que menos me apetecía era hablar con nadie, y mucho menos con él. Aunque no fuera el culpable realmente de la historia que me había contado la chica de cabellos rubios, no podía evitar echarle en cara el llanto que había presenciado horas antes. Aún notaba mis hombros humedecidos por sus lágrimas y oía su acelerado corazón palpitando con fuerza.
Kyle entró y me miró, nos sentamos en la cama como él propuso y así poder hablar tranquilamente.
-Antes de que digas nada, sé lo que ha pasado-le solté antes de que pudiera articular palabra.- Me la encontré llorando en el pasillo y hablamos un rato.
-Lo sé- dijo y eso me sorprendí- He estado hablando con ella por WhatsApp, me ha pedido que te diera las gracias. A eso vengo, a eso y a pedirte un favor, quiero que me cuentes lo que te ha dicho.
-¿Por qué iba a hacer eso?
-Por que somos amigos y necesito recordar. Estoy convencido de que algo de lo que te dijo me ayudara a llenar la laguna que tengo en la cabeza sobre aquel turbio día.
-Okay- le dije al fin.
-Vale, empecemos por el principio,¿te ha dicho su nombre?
-Si- y casi en un susurro le dije el nombre de la chica que tanto amaba- Su nombre es...May.

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