Capítulo 10: La Batalla

14.4K 823 382
                                    

POV Peter

El fresco viento que corría me hizo despertar, como si esa fuera su intención. Todavía soñoliento, sentí algo suave rozar mi mejilla. Al levantar la vista, vi una figura formarse de entre los pétalos que volaban a nuestro alrededor. Por instinto, desenvainé mi espada, la cual tenía cerca, y le apunté con ella.

–No teman, príncipes –habló la figura– Sus hermanas y su amiga me envían con una triste noticia. –dicho esto, bajé mi espada y me dispuse a escucharla.

Aslan se había sacrificado ante la Bruja y había muerto, aparentemente, ese fue el trato que hicieron la vez que ella vino a reclamar a mi hermano. Ahora, ella estaba preparando sus tropas dispuesta a atacar ya y comenzar la batalla. Salí de mi carpa y me dirigí a la de Aslan para comprobar que era cierto lo que había dicho. Me llevé una gran decepción al encontrar la tienda vacía, sin rastros de que el león hubiera pasado la noche allí.

–Tiene razón –dije a mi hermano y a Oreius al salir de la tienda– Se ha ido.

Ahora que Aslan ya no era un problema para ella, no hay nada que la pudiera detener. Ya estaba amaneciendo, y había que prepararse para cuando lo Bruja llegase. Las chicas no estaban, y no tenía idea de a donde se habían ido. Si ellas fueron las enviaron el mensaje, entonces debían de haber visto lo que sucedió con Aslan. Solo esperaba, que donde fuera que se hallasen, estuvieran bien. No se si llegarían para la batalla, pero sería mejor si no lo hacen, pues, al menos, sabría que estarían a salvo y no a merced de la Bruja Blanca. Con todo esto, solo nos quedaba por responder una simple duda: Ahora que Aslan no estaba, ¿quién lideraría las tropas?

–Tú tendrás que ser el líder –me dijo Edmund como si leyera mis pensamientos, lo miré pasamado– Peter, hay todo un ejército allá fuera que está listo para seguirte.

Negué con la cabeza. No estaba seguro de poder liderar tropas. Cuando llegamos, la idea era que solo participaría en la guerra como soldado, siendo Aslan el líder. Yo no era más que un niño, y jamás había participado directamente en una guerra, ¿cómo haría esto?

–¡No puedo hacerlo! –le dije.

–Aslan creía en que podías... y yo también.

Escuchar decir eso a mi hermanito, el que siempre discutía conmigo y con el que tenía más problemas, me dejó dudoso. No todos los días escuchabas a Ed apoyarte de esa manera.

–El ejército de la Bruja se acerca, señor –avisó Oreius, hablándome como si yo fuera el imponente– ¿Cuáles son sus órdenes?

Dicho esto, me dispuse a buscar una estrategia de ataque en el mapa, hasta por fin decidir.



El campo estaba casi lleno: había centauros, faunos y enanos en armaduras, leopardos atentos ante cualquier señal de batalla, águilas volando por el cielo, entre otras otras criaturas... todos listos para luchar en nombre de Aslan, incluso yo. Al ser el líder, me encontraba hasta el frente de las filas de soldados montado en mi corcel blanco vestido en una armadura como todos los demás. A mi lado izquierdo, se encontraba Oreius, mi mano derecha y al que yo considero, mi más fiel guerrero. Edmund se encontraba en una colina cerca, listo para dirigir a los arqueros. No quería que él participara en la batalla, pero ya saben como es de terco y trate de colocarlo en un lugar donde no corriera tanto riesgo. Un águila se acercó a mí informándome sobre lo cerca que ya estaba el ejército de la Bruja.

–Sus tropas superan en número a las nuestras –informó.

–Los números no ganan batallas –le dijo Oreius.

Las Crónicas de Narnia: El león, la bruja y el ropero (Peter Pevensie & tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora