Capítulo 2: Las escondidas

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POV Peter

El día siguiente no fue lo que creíamos que iba a ser. Empezó a llover y no pudimos salir afuera, en cambio, nos quedamos dentro jugando un juego, bastante estúpido en mi opinión, sobre deletrear palabras del diccionario. Claro, adivinen de quién fue la brillante idea: ¡Susan!

Aparentemente, yo no era el único aburrido: Lucy miraba por la ventana. Edmund se encontraba  tirado en el suelo haciendo quién sabe qué debajo de la mesa, y ____ estaba acostada en el sillón al lado de Susan con una almohada cubriendo su cara, parecía dormida. Apenas la conocía, pero parecía ser una chica bastante simpática y divertida, además de ser bastante bonita. Comenzaba a llevarse bien con nosotros, con excepción de Edmund, quién no dejaba de ser un pesado con todos y todo. Pero a pesar de eso, ____ mantenía buena cara.

–Gastrovascular –escuché que decía Susan, pero estaba distraído en mis pensamientos que no caí en que hablaba conmigo hasta que me llamó– Vamos, Peter. Gastrovascular.

Cansado y aburrido reaccioné.

–¿Es del latín? –le pregunté.

–Sí.

–Y significa "el peor juego jamás inventado" –comentó Ed de repente y no pude evitar soltar una risa.

____, que por lo visto no estaba dormida, también rió por lo bajo y se irguió quitándose la almohada de la cara.

–Lo siento, Su, pero creo que en ésta estoy con Edmund –dijo con una sonrisa–. Este juego es realmente aburrido.

Susan nos miró irritada y cerró de un golpe el diccionario.

–Vamos a jugar a las escondidas –propuso Lucy.

Miré a las chicas y después de nuevo a Lucy.

–Pero... lo que estamos haciendo es muy divertido –dije en broma.

Entonces empezó a jalonearme del brazo.

–Anda, Peter, por favor –me rogó– ¿Por favorcito?

Lo pensé un rato hasta que accedí y sonreí.

–1, 2, 3, 4... –inicié a contar y ella me sonrió de vuelta emocionada.

–¿Qué hacen? –preguntó Ed.

–...5, 6, 7, 8...

Y entonces todos empezaron a correr para esconderse. ____ me sonrió y también salió corriendo. Yo me quedé allí contando.

–...9, 10, 11...

Después de un rato contando hasta 100, salí de la sala y comencé a buscar a los demás.

–¡Listos o no, allá voy!

Entonces escuché a Lucy gritando.

–¡Todo está bien! ¡Ya regresé! ¡Estoy bien!

–¡Cállate! ¡Ya viene! –escuché que Ed la regañaba.

Llegué a donde estaban ellos y al verme Ed, salió de donde estaba escondido detrás de la cortina con mala cara, pues sabía que ya había perdido.

–Creo que no entienden muy bien este juego –les dije.

–¿No se preguntaron dónde estaba? –nos preguntó Lucy raramente extrañada.

–De eso se trata el juego –le dijo obvio Ed– Por eso te estaba buscando.

–Entonces, ¿gané yo? –dijo Susan llegando detrás de mí con una sonrisa.

–Creo que Lucy no quiere jugar –le expliqué.

Entonces en eso llegó ____ subiendo las escaleras.

–¿Qué pasa? ¿Ya los han encontrado? –preguntó sorprendida y después sonrió– ¿He ganado? ¡Vaya! Eso fue rápido.

Lucy nos miró desconcertada.

–Pero... me fui durante horas.

Todos la miramos extrañados, excepto ____, que más bien parecía no entender bien la situación.

–¿De qué hablas? –le preguntó.

–¡Les mostraré! –dijo Lucy, y nos guió a una habitación casi vacía, con excepción de un ropero que se encontraba al fondo de ésta– ¡Hay un bosque cruzando el ropero! ¡Yo estuve ahí! ¡Es verdad!

Susan se acercó al ropero, lo abrió y lo inspeccionó, pero no encontró más que cientos de abrigos que parecían no ser utilizados.

–El único rastro de un bosque es la madera –dijo Susan.

–Un juego a la vez, Lu –le dije yo–, no todos tenemos tu imaginación.

Lucy nos miró triste y todos comenzamos a caminar hacia la puerta para salir de allí hasta que nos gritó.

–¡Pero no lo imaginé!

Todos nos dimos la vuelta para mirarla una vez más.

–Lo siento, Lucy –dijo ____ un tanto apenada–, pero lo que estás diciendo es bastante ilógico.

–¡Pero es verdad! ¡No imaginé nada! –seguía insistiendo desesperada.

–Ya basta, Lucy –la regañó Susan.

–¡Pero no estoy diciendo mentiras!

Entonces sucedió lo que menos quería que pasara, Edmund habló.

–Yo te creo –comenzó a decir.

–¿Enserio? –le preguntó Lucy más calmada.

Todos lo miramos extrañados.

–Claro –siguió– ¿Sabían que hay un campo de fútbol en la alacena?

Entonces entendí que esto era solo una broma, y sabía que si seguía iba armar un caos más grande.

–Ya déjala en paz –intervine empezando a molestarme– Siempre empeoras las cosas.

–¡Solo era un chiste! –trató de defenderse.

–¿Cuándo vas a crecer?

Entonces él también se molestó y empezó a gritar.

–¡Cállate! ¡Crees que eres papá, pero no lo eres!

Y dicho eso, salió corriendo de la habitación.

–Ed... –lo llamó ____, pero este ya no se encontraba allí. Por alguna razón, tenía una expresión de comprensibilidad además de sorpresa.

Susan, al contrario, parecía molesta también. Me miró furiosa.

–Tú sí que arreglas las cosas –me dijo antes de salir de allí.

____ me miró un rato como queriendo decirme algo pero no lo hizo. En cambio, me miró con algo de decepción, negó con la cabeza y también salió de la habitación. Apenas la conocía, pero me importaba lo que ella pensara de mí.

–Pero... de verdad estaba allí –me dijo Lucy, a quien ya había olvidado que también se encontraba allí.

Solo la miré con expresión neutra ya cansado de toda esa situación.

–Susan tiene razón, Lucy. Ya basta.

Y después de eso, salí de ahí.

Las Crónicas de Narnia: El león, la bruja y el ropero (Peter Pevensie & tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora