Capítulo 14 "Hienas"

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Han pasado un par de días o más desde lo ocurrido con la estufa de la cocina, ahora me encuentro tumbada en el sofá que está cerca de la puerta de entrada, pienso que mi habitación está hecha un desastre, no la he limpiado desde que llegué, pero no tengo pensado ordenar la, mientras el resto de la casa esté ordenada, me parece bien.

Me ducho todos los días, como demasiado, duermo demasiado, no siento cansancio, no sé por qué no estoy triste, todo está solo y frío, el silencio inunda todo, lloro cada vez que tengo tiempo, siento que no estoy pasando por el duelo que debería pasar, debería sentirme peor.

Agnes antes de irse me dejó un manual, muy complejo, aún no lo he terminado de leer, es una tesis del proyecto en el que estuve, dice cosas tan aberrantes y específicas. El manual explica todo lo que me hicieron, y al poder leerlo, supe que le hicieron esas pruebas pero de menor grado a Kiev, por eso mi hermana a veces llegaba adolorida y con marcas en todo el cuerpo...

Gracias al texto, pude constatar todo lo que Víctor me había informado, es cierto que soy inmune al veneno, a las enfermedades graves, y otras tantas cosas, y por último, no puedo usar con frecuencia el suero que baja la temperatura, porque a largo plazo me causará problemas cardíacos graves y sería más fácil que alguien me mate.

Según esa tesis, hicieron todo eso para sacar curas a enfermedades por orden del Fürerh, pero se me hace extraño que con todo lo que está pasando, ese sea el único fin, es todo muy incongruente, sé que hay algo más, el Fürerh está en negociaciones con Arethia para vender la isla de Naxos, ese impostor planea algo, pero, ¿qué será?

Ahora, todo el tiempo, aprovechando que estoy sola en este departamento, entreno, es algo en lo que me encuentro feliz, me entretengo, pero ahora es diferente, en cada patada o golpe intento que salgan espuelas de hielo, he podido controlar la cantidad y la forma, y de forma rápida deshago las formas que hice mientras me muevo o mientras golpeó esas formas, el estruendo es curioso, pero el lugar está insonorizado, nadie me ve ni me escucha.

Siempre termino agotada luego de los entrenamientos, invierto horas de mi tiempo en eso, tomé una toalla y la presioné sobre mi cara y mi cuello para que absorbiera el sudor, debería entrenar la próxima vez con mi espada, a las personas les parece un poco típico que los soldados escojan esas armas, pero me da igual, es fácil de usar y muy práctica.

Me detuve frente a la puerta, escuché unos gritos, de una mujer, gritaba con desesperación, abrí la puerta, del pasillo del metro que se encontraba a unos 30 metros, una señora de mediana edad en una pijama rasgada y con pequeños rastros de sangre, gritaba, se estaba arrastrando hasta la el pasillo, estaba mal herida, con moretones y cortes, se había logrado apoyar con la espalda del filo de la puerta, al parecer le habían propinado una paliza.

— ¡Un ladrón!, ¡Ayúdenme!, ¡Un ladrón! — la señora gritaba, lloraba, se masajeaba el pecho y la cara de la desesperación.

¿Un ladrón en un edificio?, que nivel de inseguridad tan grande, que desastre.

Fui a la cocina corriendo para tomar mi pistola que reposaba sobre la isla de la cocina, la empuñe y descalza salí.

— ¿Hacia dónde fue? — pregunté a la señora rápidamente y me fijé dentro del departamento de la señora, todo estaba tirado.

— ¡Por las escaleras!, ¡se fue por las escaleras! — señalaba las escaleras que quedaban al final del pasillo hacia la derecha.

Fui lo más rápido que pude, al llegar al final del pasillo, me asomé por las escaleras, ví una sombra corriendo, para ahorrar tiempo, me aventé y me apoyé del pasamanos de la escalera para poder saltar, caí en seco en el suelo sobre mis pies y al final del pasillo vi al hombre corriendo, era más o menos delgado, corrí unos cuántos metros y disparé hacia las piernas cuatro veces, el sonido fue hermoso, por todo el pasillo se escuchó, varias personas salieron de sus departamentos, que estupidez.

— ¡No salgan y mantenganse dentro! —  ordené y las personas cerraron las puertas de golpe.

Me acerqué al sujeto, era de piel blanca, ojos azules y rasgos largos, vestía de ropas grises y negras, revisé su chaqueta y no tenía nada, solo algunas pequeñas pacas de liras en efectivo.

— ¿No me vas a interrogar?, poli. — el tipo se retorcía del dolor, pero me formuló esa pregunta de forma cínica haciendo énfasis en la última palabra y sonriendo.

— No soy Policía. — tomé mi pistola, la apoyé en su garganta y disparé, la sangre salpicó las paredes.

Los policías suelen dialogar demasiado con los criminales, suelen insultarlos, se toman mucha confianza en eso, la Armada lo máximo que puede hacer es torturar, y el interrogatorio de la tortura es cuadrado y simple, ¿que esperaba que le dijera?, “¿te quieres podrir en la cárcel hijo de puta?”, sí, seguramente eso esperaba que le dijera mientras lo tomaba del cuello y lo agitaba, esa solo es una forma estúpida y arrogante de alargar una muerte merecida.

Tomé mi teléfono y llamé a emergencias para que auxiliaran a la señora del piso de arriba, no tardaron casi nada en llegar. Atendieron sus heridas y la llevaron al hospital, redacté un informe de lo ocurrido y lo envié a la central de policía, no es necesario que venga nadie, tengo la facultad de encargarme de todo.

Siento demasiado sueño, es extraño, quiero dormir, estoy agotada.

Estaba en la tina, llené el agua con pedazos de hielo, rocé mi cuello y mi clavícula con mis manos para cubrimos con una ligera capa de hielo, se sentía muy refrescante, la piel se tornaba púrpura por el hielo, pero no me dolía, me quedé dormida en la tina.

Desperté, era de noche, había mucho silencio, intenté parar de la tina y 3n el proceso quebré el hielo con mis pensamientos para poder salir más fácilmente.

Tomé una toalla y la coloqué sobre mis hombros, me dirigí hacia la sala, había un ligero olor a algodón, deben ser de los muebles nuevos, ese aroma no lo deben poder sentir las demás personas, tal vez un animal con un agudo sentido de olfato sí.

Vi el reloj de la cocina desde la sala, son casi las 5:00am, dormí demasiado, nunca duermo tanto.

He tenido cambios aún más drásticos últimamente, mi hambre es casi incontrolable y gigantesca, siento la necesidad de que mi temperatura esté tan baja como sea posible y ahora me doy cuenta que estoy durmiendo demás, es extraño, tal vez deba acostumbrarme.

Me devolví al baño a verme en el espejo, mi cabello castaño está muy largo, debo cortarlo, mis colmillos están bien, a veces se me olvida que tengo colmillos como los de un vampiro o algo así, y mis pupilas son delgadas como las de felino, el verde de mis ojos es casi transparente y con la forma de mi pupila se ven aún más claros.

Fui a mi habitación, y en la misma caja en dónde estaban los regalos que me había dejado Kiev, tomé esas agujas, jugué con ellas un rato, tomé un collar sencillo con un dije con una letra A, y me lo coloqué, no pienso quitarmelo nunca. Pasé mi mano por mi hombro, sintiendo con mis dedos el queloide enorme que tengo luego de lo que pasó, es horrible, que bueno que si uso una polera de cuello alto y mangas no se ve nada.

De todo esto que está pasando, el fürerh corrupto, el caos, el índice en crecimiento de delincuencia y pobreza, quisiera saber que pensaría o que diría Kiev, siempre fue muy consiente, muy sabia y calmada. Intento pensar en que consejos me daría Kiev, pero me bloqueo, no puedo pensar en nada, es frustrante, es como si me costará recordarla, no quiero que eso pase...

Lirios Rojos赤いユリ [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora