Capítulo 10 "¿Te conozco?"

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Han pasado creo que algunos días, me encuentro en posición fetal dentro de las delgadas sábanas de la cama de la habitación, me siento ahogada, intento respirar, no puedo, siento un nudo en la garganta y no puedo llorar, lo he intentado, pero no me salen las lágrimas, nunca me había pasado.
Tocan la puerta, debe ser la Dra Khanlar, de otra forma, ni siquiera tocan la puertas solo abren y ya.

- Buenos días. - saludo tímidamente asomándose por la puerta blanca. - ¿cómo estás?, ¿puedo pasar? - solo asentí.

La morena entró a la habitación, se acercó hasta la cama, y se sentó en un lado dirigiendo su mirada dorada hacia mi.

- ¿Cómo te has sentido? - inquiere preocupada.

- Con muchísimo dolor y no puedo llorar.

- Es normal, con el tiempo podrás acostumbrarte, estarás bien, no te preocupes, si puedes llorar, pero es una reacción de tu cuerpo por tanto impacto emocional. - decía mientras me sonreía con tristeza.

Es frustrante no poder llorar, me siento bloqueada, y sumamente agotada, y todavía me quedan días aquí.

- Gracias. - agradecí entre dientes.
No soy de hablar mucho, estoy consiente de ello, muchas personas se quejan de eso, alegan que es imposible mantener una conversación normal conmigo, pero sinceramente, es que no tengo nada que comunicarle a nadie que no sea un superior o un colega que necesite una información específica, de resto, solo con Kiev y Agnes hablaba, sé que los demás se sentían incómodos y hasta ofendidos, pero no tengo nada que decir, sin embargo, sé cuándo debo agradecer.

Agradecer a Rashid Khanlar que ayudó a que mis heridas no dolieran, y que no me sintiera tan sola, así no hablara mucho con ella y solo la escuchará hablar de anécdotas de su vida, sé, que ella fue la que intercesión para que no abusaran de mi en las rutinas de entrenamiento dónde me han estado torturado todo este tiempo, sé que ella misma ordena la comida que me envían, organiza todo en la habitación, no puede hacer más, porque Víctor no deja que nadie más que él se metan en el proyecto.

- Tranquila, algún día espero que podamos conocernos mejor. - dió un par de palmadas en mi hombro y sonrió, se oía ilusionada.

- No sé cuándo voy a salir de aquí.

-Eso es algo, que debo decirte.

Miré inmediatamente a Rashid esperando una explicación más completa.

- ¿Qué pasa?

- Vino alguien de muy lejos a verte.
- esbozó una enorme sonrisa de felicidad.

Yo seguía en posición fetal, en el fondo muy emocionada por el suspenso, pero quiero descansar un poco, la cama es algo cómoda.
Rashid se levantó, caminó hasta la puerta, la abrió , salió y escuché que intercambiaba palabras con otra mujer, inmediatamente reconocí el olor, un olor de un perfume carísimo muy suave con rastros de madera y frutos rojos...

Narra Agnes...

La ví, está viva, Dios mío, está viva, es un milagro.

Me acerqué a Anna, se encontraba en una habitación blanca, con una cama sencilla individual, de hierro, a los lados dos mesillas de noche, una con las flores blancas que siempre le enviaba, y la otra con manzanas rojas, ahí estaba ella, su cabello larga, ondulado y castaño casi gris, y su piel tan pálida.

- ¿ Nunca te cansas de ponerte vestidos? - resonó su voz, tan atona y gélida como siempre, su voz es tan calmada y a la vez tan tajante, es una voz única, es un alivio oírla y es la primera pregunta que me hace al verme despues de tanto tiempo sin vernos.

- Nunca me cansaré. - me río a carcajadas, no solo por la alegría, sino por la euforia que siento en el momento.

- Siéntate. - me indica, Anna se posicionó boca arriba y acomodó su cabeza sobre la almohada para verme.
Se veía exhausta, con grandes ojeras, y sus ojos verde cristal, siempre son tan impresionantes de ver, es una maravilla verla viva.

Lirios Rojos赤いユリ [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora