Capitulo 15 "Niebla y Lluvia"

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- ¿Quieres ir a mi casa a pasar unos días? - Agnes, quien se encontraba en el sofá viendo televisión, me Inquirió curiosa y esbozando una sonrisa.

El hogar de Agnes, el Palacio de gobierno del fürerh de Wuthering, en la capital, el clima siempre es frío, los vientos fuertes y estruendosos y los bosques fríos y nublados, extraño mucho ver se empañan las ventanas de la habitación de Agnes, me haría bien descansar...

- ¿No tienes más misiones?

- Tengo algunos días de descanso, pero cuando regresemos empezaremos a trabajar juntas. - se le notaba feliz.

- ¿Nos asignaron misiones juntas?

- Algo así, no me han informado bien, debes leer todo lo que te di ayer para que te actualices. - me insta la de ojos grises haciendo referencia al manual que necesitaba sobre las pruebas que hicieron conmigo y otros documentos que debo firmar.

No puedo esperar más, quiero trabajar, espero que mis misiones sirvan para terminar con el desastre en el que se ha hundido este continente.

Nos encontramos en mi habitación, empacando.

Narra Agnes...

Quiero levantarle el ánimo a Anna, y hablar con ella en un ambiente donde se sienta cómoda, no me ha hablado prácticamente nada acerca de lo que pasó con Kiev, no parece recordar nada, solo se ve triste y llena de ira.

Anna siempre tan ordenada, empacaba su ropa milimétricamente medida en la maleta, mientras le contaba cosas aleatorias para entretenerla, se quitó una polera negra holgada que tenía, y vi una enorme y extraña cicatriz que nacía en el lado izquierdo de su cuello, se extendía por el lado de izquierdo de su clavícula y terminaba casi en el codo izquierdo.

- Anna, ¿por qué tienes esa cicatriz? - señalé extrañada a la cicatriz que reposaba sobre su tez pálida y sonrojada.

- Sí, creo que tengo eso porque ahí fue donde me inyectaron el suero. - confesó sin mirar su cicatriz, se muestra asqueada y frustrada. - ahora tendré que usar abrigos cuello tortuga el resto de mi vida.

- Que extraño que no se te ha regenerado.

- La cicatriz se hizo antes de que el suero hiciera efecto...

Anna siempre ha sido muy seria, distante, un poco agresiva pero sobretodo helada, como decía Kiev, pero todo el tiempo optaba por vestirse con colores fuertes, rojos, verdes y amarillo, un poco grunge, pero el grunge creo que fue una tendencia de hace siglos que se trataba un poco de ser asquerosos, y Anna es sumamente pulcra, una máquina, y ahora solo viste de negro y ropa holgada y desteñida, poco a poco se está abandonando, o eso creo.

El viaje fue largo, muchas horas en avión, al fin llegamos a mi casa, es un alivio poder llegar a descansar.

Nos recibieron en la entrada algunos trabajadores del palacio, Anna y yo estamos acostumbradas a esos rostros, los presenciamos desde que éramos niñas, desde que Anna empezó en la Académica conmigo.

— Bienvenida señorita Agnes, deme esas maletas, se ven pesadas. — nos recibía Manfred, el jefe de llaves.

— ¿Cómo estás Manfred? — interrogaba amablemente.

— Gozando de salud hija, ¿que veo aquí? — Manfred se asaba detrás de mí. — ¡Annita!, ¡cuánto tiempo!, ¿cómo estás niña? — interrogaba dándole golpecitos en el hombro.

Anna lo veía con detenimiento, si no la conociera diría que mínimo, quiere matar a Manfred, pero Anna es así, de pocas palabras...

Había notado últimamente, que Anna había desarrollado una especie de tic, arrugaba la nariz y cuando parpadeaba lo hacía con fuerza, sin cambiar la expresión fría de su rostro, supongo que era una secuela por el trauma.

Lirios Rojos赤いユリ [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora