Capítulo 19

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Llevaba varias horas pasando las yemas de los dedos sobre la cubierta de su nueva adquisición

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Llevaba varias horas pasando las yemas de los dedos sobre la cubierta de su nueva adquisición. Era hipnotizante, releer una y otra vez el título:

Historia de Kentau a través de la cultura popular.

La historia de su pueblo. De su antigua vida. El manual estaba traducido en la lengua de Novokabirsk y Otabek lo agradecía en el fondo ya que apenas sí podía recordar las palabras de su idioma materno. Leer sus caracteres hubiese sido como si le atravesaran el corazón con las flechas impregnadas de veneno de belladona.

Las hojas no estaban tiesas, probablemente del poco uso que le daba la gente del reino. Los libros más utilizados solían tener las hojas cubiertas de yeso, en donde se reescribía con tinta nueva y en letra más clara como método de restauración. Aquel librito de historia solo podía decir que tenía el paso de los años como único defecto.

Tenía muchas historias, quizás no tantas como el Narodnyye Novokabirskiye Skakzi, pero sí más de las que cualquier otro libro sobre su nación podría tener. Dudaba mucho que en Kentau existiera algo como eso.

Posó el pulgar sobre las hojas y las deslizó lentamente, oliendo el aroma a libro viejo y a polvo. Los títulos aparecían fugazmente en su campo de visión escritos en curvadas y finas letras.

La danza de los abedules. El clavo de hierro. El Bosque Sumergido. Tolagay. Zhez Tyrnak. El dragón de las siete cabezas. Incluso Zheke, el batyr.

Tantos. Sintió un nudo en el estómago al sentirse inundado en los recuerdos de su clan, la voz de los zhyrshy -los cuentacuentos de Kentau- mientras revelaban las viejas hazañas donde el bien siempre triunfaba sobre el mal. El juvenil rostro de su madre cuando le contaba sus propios cuentos en la oscuridad a Otabek, quien luchaba por no quedarse dormido sobre su regazo solo para escuchar por vigésima vez el mismo final.

Como estaba al aire libre lo distrajo el rumor e inquietud del lago. Otabek alzó la vista en estado alerta pero descubrió que quien intentaba llamar su atención no era otro que Chris.

-¡Hasta que me miras! -exclamó el chico antes de volver a sumergirse.

Otabek frunció el entrecejo como era usual en él hasta que de repente Chris salió de las profundidades justo en la orilla del lago en la que tenía cerca sus pies. Dio solo un pequeño salto de sorpresa.

-Es muy aburrido este lago ¿sabes? El mejor cotilleo está allí adentro -señaló el castillo con la mirada.

-No hay demasiado por lo que cotillear -mintió Otabek. Chris hizo una pícara sonrisa.

-Eso no es lo que dicen las malas lenguas.

-Creo que me hago una idea de quiénes podrían haber sido -respondió irónico al tiempo que recordaba a sus dos amigos.

-Dicen que habrá un baile muy pronto.

-Ah -fue todo lo que pudo decir antes de que se le quebrara la voz.

Thorns and All [Otayuri] - YURI ON ICEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora