Capítulo 26

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El calor estaba en todas partes

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El calor estaba en todas partes. Al frente, alrededor, arriba y abajo. Las fosas nasales del pico de la áspid emanaban un humo hervido que hacía temblar a Otabek. Las cuencas vacías del monstruo no estaban dirigidas a él pero aún así sentía que lo estaba mirando en el lugar exacto en qué estaba. La criatura rugía levemente, preparándose para lanzar el bocado mortal hacia donde ella olía que Otabek estaba.

Dio un simple paso hacia atrás con el pie izquierdo. Demasiado corto y silencioso, pero el monstruo se irguió hasta los cielos y chilló.

Otabek corrió hacia la cúpula, donde JJ aún estaba parado cerca del vacío. Pero ya no lo miraba con un espeluznante anhelo sino que sus ojos azules miraban con profundo temor de la áspid a Otabek constantemente.

-¡No! ¡Señorita Rubí, basta! -chilló.

La criatura le lanzó otro rugido, sumado a una llamarada con la que incendió la cúpula en la que ellos estaban. Otabek vio la pintura azul arder con la furia del fuego, desmoronándose rápidamente ante aquellas llamas legendarias de la bestia. Se veía rabiosa y con ninguna intención de hacer caso de las órdenes de ese humano enclenque.

La áspid alzó su acristalada cola y la dejó caer un poco antes de la mitad del puente, partiendo la estructura que se destrozó en millones de cascotes que se perdían en el vacío. El corazón de Otabek se atoró en su garganta al imaginarse la dolorosa caída hasta el suelo.

-¡JJ! ¡¿En qué infiernos estabas pensando?! -exclamó a su hermano, refiriéndose a la criatura

-¡Pues no estaba pensando!

El monstruo siguió lanzando fuego y golpeando su cuerpo contra las torres que quedaban en pie. Todo el castillo temblaba y amenazaba con venirse abajo. Otabek solo podía pensar en todas las personas que estaban allí dentro.

¿En dónde estaba Yuri? ¿Y que había pasado con los dos brujos? ¿Y con todos los demás?

Dos puntos se materializaron en lo alto de la cúpula enfrentada a la de ellos. La áspid pareció olfatearlos u oírlos porque giró su cabeza hacia los recién llegados, que no eran otros que Minami y Yuuri.

Los dos tenían un brillo salvaje y listo para la batalla. Otabek pensaba que Yuuri apenas podría mantenerse en pie por la tormenta, la lucha previa con la áspid y cualquier otro hechizo que hubiese utilizado para aquel enfrentamiento.

Minami creaba corrientes de viento que distraían al monstruo mientras Yuuri seguía asestándole mortíferos rayos. La electrificante corriente le ponía los pelos de punta a Otabek y le hacía rechinar los dientes. JJ a su lado le apretó el antebrazo.

-Solo su propio fuego la va a detener -masculló entre dientes.

-Pero...

La áspid no iba a atacarse sola. Era una bestia pero no era imbécil.

Thorns and All [Otayuri] - YURI ON ICEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora