30. This is not the end

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Entre al moderno y muy familiar departamento con mucho sigilo. El lugar estaba en completo silencio, ya la mayoría de los muebles que anteriormente se encontraban en la sala habían desaparecido.

¿Que como entre sin la necesidad de hablar con Liam? El luego de volvernos sumamente unidos me entregó una copia de la llave, podía venir a cualquier hora y en cualquier momento del día.

Aún no podría creer que se va de New Jersey.

La mayoría de las luces estaban apagadas, solo estaban encendidas las de la cocina. Fui hasta ella y no me sorprendió cuando no conseguí a Liam en ella, había recorrido la mitad del departamento y no lo había conseguido.

Genial, había venido para nada.

Resoplé y me dirigí al único lugar que no había sido revisado por mi; la habitación de Liam. En la cual en los últimos días pasamos varias noches de desvelo, no en el ámbito perverso. Podíamos pasar horas hablando de cualquier porqueria, el muy el era más agradable de lo que pensaba. El imbecil de tiempo completo era una tonta fachada, con el no importaban sus tatuajes y actitud apática. Era extraño que ya no tuviera esa tan frecuente y atrevida sonrisa–La cual amaba–, pero me agradaba mucho que respetara mi espacio, sabía que solía ponerme tensa cuando tocábamos el tema de nosotros.

Lidiaba con tantas mierdas en mi cabeza que sentía que no era capaz de sostener una relación, o por lo menos no por ahora.

O hasta que sentí la sensación de que lo iba a perder.

Abrumada y a la vez ansiosa me acerque a la puerta de este y gire el pomo permitiéndome entrar en la habitación. Como la vez anterior; las luces estaban apagadas, lo único que medio iluminaba la habitación era la luz lunar que entraba por la ventana y bueno, el único mueble que ahora se encontraba en la habitación era la cama, de resto, nada.

Me resigne y poco a poco las lágrimas comenzaron a caer por mis mejillas.

El se había ido.

Me limpie las espesas y traicioneras lágrimas con el dorso de la mano para después salir de la habitación.

Sin duda alguna ya me iría, no tenía nada que hacer aquí. Había venido por Liam, pero lo que no sabía era que ya era demasiado tarde y el castaño que hacía que sintiera cosas extrañas ya no estaba.

Cuando me dispuse a abrir la puerta a lo lejos se escuchó el sonido de un trueno haciendo que me sobresaltara. Por instinto me puse la mano en el pecho, me volteé y dirigí mi mirada a él solitario balcón. Me sentí atraída por el por unos segundos y sin dudarlo di grandes zancadas en esa dirección, lentamente deslice el vidrio a un lado dándome el acceso necesario para salir. Fui recibida por un fuerte diluvio, dejándome completamente empapada; y la verdad es que no me importaba. Me acerqué al barandal y admire toda la vista que me brindaba el alto lugar; los grandes edificios situados a los costados, las llamativas luces de los autos en las calles, las pequeñas gotas que impactaban con el suelo una y otra vez. Y por último pero no menos importante; la hermosa luna en su punto más alto.

Mis lágrimas se mezclaban con las frías gotas de lluvia. Por un lado me sentía masoquista, quiero decir, ya debería haberme ido; había venido por Liam y el no estaba. Por el otro, no quería irme, quería permanecer aquí con la esperanza de que la puerta se abriera y el castaño de ojos cafés pasara por ella.

Pero por más doloroso que fuera, tenía que aceptar que no sería así.

Puede que no hayamos tenido esa historia romántica de telenovelas, pero era nuestra historia.

A Pole Dancer (anteriormente Pole & Sexy Dance)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora