Capítulo 1

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Llevaba despertándose cuatro noches seguidas por la misma pesadilla. Le temblaba el cuerpo de la impresión y su habitación estaba fría y con el aire cargado. Todavía estaba oscuro, pues era poco después de la medianoche, pero ya no podía dormir más. Se levantó de su enorme cama y fue hasta la mesa que tenía en la habitación. Se sirvió un vaso de agua y se lo bebió en tres grandes tragos. Aun así no dejó de sentirse intranquilo.

Tras ponerse su túnica de noche dorada, el rey del Bosque Negro salió hacia la habitación de su hijo. No se sorprendió al ver que Legolas estaba profundamente dormido, pues debía de estar exhausto. Ahora el príncipe tenía una agenda muy apretada durante el día, pues ahora era el príncipe heredero en lugar de Keldarion, que había navegado a Valinor hacía un año.

Al sentarse en la cama al lado del único hijo que le quedaba, Thranduil no pudo evitar acariciarle el cabello dorado con cariño. Pero Legolas tenía unos sentidos muy agudos y se despertó de inmediato para mirar al rey, confundido.

"¿Padre? –preguntó, sentándose-. ¿Qué ocurre? ¿Va todo bien?"

Thranduil sonrió.

"No te alarmes, Legolas. Todo está bien."

"Oh –Legolas lo observó fijamente. Los ojos de Thranduil estaban un poco rojos y parecía estar muy cansado. Sus hombros normalmente orgullosos estaban caídos-. ¿Y tú estás bien?"

Thranduil sonrió.

"Estoy bien. No te preocupes. Solo quería ver cómo te fue... después del día ajetreado que tuviste hoy."

Legolas sabía que su padre le ocultaba algo, pero no quería presionarlo más.

"¿Ajetreado? Yo no lo llamaría así. ¡Más bien fue una locura! ¿Te imaginas cuántas quejas recibí hoy por los problemas que tenemos con la reserva de lechugas? ¡Toneladas! ¡¿Lechuga?! –el príncipe suspiró-. Entiendo que mi deber puede ser desafiante... ¡pero esto es una locura!"

Legolas hizo una mueca cuando su padre se echó a reír.

"Sí, padre. Lechuga. Nuestra gente no está contenta con la cosecha de este año. Dicen que se echa a perder demasiado deprisa. A lo mejor el agua de la fuente está en mal estado."

"Entiendo la preocupación de nuestra gente, pues la lechuga es uno de nuestros principales alimentos, junto con el pan y la fruta –dijo Thranduil-. Veré qué puedo hacer. Tal vez habría que comprobar la fuente y ver si pasa algo con ella. Bien. ¿Necesitas decirme algo más?"

Legolas ya no tenía sueño, así que le dijo a su padre lo que había hecho ese día.

"Recibí un informe de una de nuestras patullas. Encontraron huellas de extraños en el bosque."

"¿Huellas? ¿De enanos?"

"No. Por extraño que parezca, pertenecían a una tropa de elfos."

Thranduil se quedó pensativo.

"¿De elfos, dices? ¿De dónde? Solo hemos recibido visitantes de Lamaris últimamente."

"Todavía está bajo investigación, padre –respondió Legolas-. Los guardias me mandarán un informe en cuanto lo tengan."

"Bien –Thranduil asintió-. ¿Y qué fue la conmoción que oí esta tarde en las mazmorras?"

Legolas se rio.

"Lord Cayel no encontraba a sus nietos. Los guardias y yo lo vimos saliendo de las mazmorras, y entonces me dijo que la última vez que los habían visto estaban jugando en la entrada del calabozo y había ido a buscarlos allí. Nos unimos a él y buscamos durante dos horas, pero no pudimos encontrarlos. Al final nos enteramos de que los elflings estaban jugando en la casa del árbol de detrás de su casa, ¡¿puedes creerlo?!"

El rey se puso rígido.

"¿Las mazmorras no están cerradas?"

Legolas sacudió la cabeza.

"¿Te acuerdas de cuando los orcos tomaron el palacio? Rompieron el candado y nunca lo reparamos. Haré que alguien se encargue de eso."

"Deberíamos haber resuelto eso hace tiempo, y debemos hacerlo antes de que otro niño inocente se convierta en una víctima... como un elfling que yo me sé" –dijo Thranduil, mirándolo fijamente.

Legolas gimió.

"¡Por favor, no me lo recuerdes! ¡Todavía tengo pesadillas con eso!"

Cuando tenía quinientos años y solo era un niño pequeño lleno de curiosidad, Legolas se había perdido en las mazmorras al ir allí solo. Cuando lo encontraron estaba débil por el cansancio y el hambre tras una semana entera encerrado en la oscuridad... y el rey había cerrado la entrada después del incidente. Las mazmorras casi nunca se usaban desde entonces.

Padre e hijo hablaron un poco más. Thranduil le contó sobre el largo día que había tenido con los visitantes de Lamaris, pero no le dijo nada del nuevo tratado sobre las fronteras que le habían propuesto, pues Legolas estaba empezando a quedarse adormilado. Los problemas importantes debían discutirse con la mente clara y el espíritu alerta.

Legolas parecía estar a punto de colapsar y bostezó sin darse cuenta a mitad de una frase.

"Oops. Lo siento" –dijo, medio dormido.

"Vuelve a dormir. No debería haberte despertado después del día agotador que tuviste" –dijo Thranduil mientras lo cubría con las sábanas hasta los hombros. Todavía sonriendo, Legolas se durmió al instante.

El rey lo observó, con sentimientos entremezclados. Quería hablarle a su hijo de las pesadillas que tenía, pero Legolas tenía demasiado en mente ya. Solo sería una carga. El príncipe había dejado de tener hacía poco sus propias pesadillas sobre lo que le habían hecho los orcos hacía varios meses. Las crueles criaturas lo habían torturado y Legolas estuba a punto de morir cuando lo rescataron.

Thranduil se puso en pie y salió al balcón. El cielo se estaba iluminando, pues estaba a punto de amanecer. Un nuevo día comenzaba, y tras él vendría la noche... y los malos sueños volverían a perseguirlo.

"Ya veo que has reparado el candado" –dijo lord Cayel

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"Ya veo que has reparado el candado" –dijo lord Cayel.

Acababa de bajar a las mazmorras para ver cómo iban. Legolas supervisaba todo y dio su aprobación al ver la calidad del mecanismo de cierre que los guardias estaban instalando.

El príncipe se giró hacia el elfo mayor y se inclinó ligeramente a pesar de ser el príncipe heredero del Bosque Negro. Cayel era mayor que él, casi de la edad de Thranduil, y le habían enseñado siempre a ser cortés con los mayores.

"Sí, ningún elfling volverá a perderse aquí... como hice yo hace doscientos años" –se rio Legolas.

Cayel también se rio. Entonces Legolas se giró hacia uno de los guardias que se le había acercado. El príncipe escuchaba con atención lo que le contaba sobre el cierre antes de aceptar las llaves que le dio.

Legolas nunca vio el brillo extraño en los ojos de Cayel ni sus puños apretados.

Una nueva etapa de Legolas *_* Todo serio y responsable como príncipe heredero. Me acabo de enamorar todavía más. ¿Ya tienen los pañuelos a mano? XD

Tormenta en el ReinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora