Capítulo 11

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Cuando Aragorn se despertó la mañana siguiente, se encontró con que las mantas que tenía al lado estaban vacías. El hombre se sentó de golpe y miró a su alrededor, entrando en pánico. Al verlo, Elladan, que estaba enrollando sus mantas a unos pocos pies, le sonrió.

"Se despertó antes del amanecer."

Aragorn se quedó helado.

"¿Tan pronto? ¿Dónde está?"

"En la cabaña quemada –contestó Elrohir mientras llevaba a los caballos al río-. Nos preguntó que dónde lo habíamos encontrado, así que le enseñé el árbol en el que lo colgaron... y luego la cabaña en la que Thranduil fue... asesinado."

Aragorn se puso en pie y estiró los músculos para liberar la tensión. Después se dirigió hacia la cabaña, pensando en la mejor forma de acercarse a su amigo. Al llegar al claro, vio al príncipe arrodillado en el suelo delante de los restos quemados. Legolas llevaba una camisa de repuesto del montaraz y los leggings de Elrohir. Todavía tenía el vendaje alrededor de la cabeza.

Legolas se sentía vacío al mirar los restos. Su corazón se sentía extraño... como si le costara decidirse por un sentimiento. En su rostro no se reflejaba ninguna emoción, solo la calma, pero en su interior hervía de furia y solo podía pensar en recuperar el reino y arrancárselo de las manos a ese traidor de Cayel. Te he fallado. Prometí que no dejaría que esto te pasara. Pero no pude evitarlo. Vengaré tu muerte, padre. Te doy mi palabra.

"¿Legolas?" –Aragorn se le había acercado y le puso una mano en el hombro.

El príncipe lo miró y Aragorn se sobresaltó al ver su mirada acerada. Nunca lo había visto así. El Legolas que conocía había cambiado de la noche a la mañana. El príncipe, ahora rey del Bosque Negro, se levantó.

"Aragorn –susurró Legolas, todavía con la garganta hinchada y la voz rasposa. Lentamente abrió la mano y dejó caer un puño de tierra al suelo-. Ojo por ojo y diente por diente. Cayel caerá, Aragorn. Lo juro."

"Y yo te acompañaré durante todo el camino, hermano. Como siempre" –respondió Aragorn.

Los dos amigos se estrecharon las manos, sellando el pacto, y tras mirar por última vez la cabaña quemada, Legolas siguió al montaraz hasta el campamento. Estaba decidido.

Recuperaré lo que nos han quitado tan cruelmente... y la muerte de padre será vengada. Haré lo que sea necesario. Lo prometo.

Cayel estaba sentado en el trono, disfrutando de cómo se sentía simplemente estar allí

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Cayel estaba sentado en el trono, disfrutando de cómo se sentía simplemente estar allí. Apoyó la cabeza en el respaldo y cerró los ojos con una sonrisa satisfecha. ¡Es fantástico! ¡Ahora comprendo por qué a Thranduil le encantaba esta silla! ¡Y ahora me pertenece!

De repente, se escuchó un tumulto en la entrada. Cayel abrió los ojos y vio a sus hijos corriendo hacia él. Varios guardias de Redwood los seguían, intentando detenerlos.

Tormenta en el ReinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora