Capítulo 9

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Legolas recuperaba la conciencia de vez en cuando. Sentía aumentar la fiebre y el frío aire de la noche le calaba hasta los huesos. Parecía imposible sentir calor y frío a la vez, pero eso era lo que le ocurría.

El hecho de no tener camisa tampoco ayudaba. Los insectos nocturnos le picaban, pero no tenía fuerza para espantarlos. Seguía con las manos atadas a la espalda y la cuerda que tenía alrededor del cuello no le permitía respirar bien. Pero no podía hacer nada, ni siquiera podía abrir los ojos.

Una parte de él quería rendirse ante la muerte, pero otra parte cabezota no se lo permitía. La agonía era tremenda, pero eso no era nada nuevo para él, así que seguía soportándolo.

No te rindas...

Los gemelos y Aragorn observaban los restos de la cabaña quemada en silencio

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Los gemelos y Aragorn observaban los restos de la cabaña quemada en silencio. Hawkeye los había llevado hasta allí hacía un momento.

"¡Esto no es algo propio de los orcos!" –exclamó Aragorn.

"Sí –susurró Elladan-. Esto es... no lo sé... ¿demasiado limpio? ¡Los orcos son desastrosos!"

Hawkeye, que estaba posado en una rama, graznó de repente. Los hermanos se giraron y jadearon de sorpresa.

"¡Mirad! ¡Es Legolas!" –gritó Elrohir cuando vieron el cuerpo del príncipe debajo de un viejo árbol.

A unas pulgadas de su cabeza había una rama rota, con el extremo de la cuerda atada a ella. Los hermanos saltaron de sus caballos y se precipitaron hacia el príncipe inmóvil. Y entonces observaron, horrorizados, el terrible estado de Legolas.

"¿Está... está muerto?" –susurró Elrohir con la voz temblorosa.

Demasiado temeroso de saber la respuesta, Aragorn dudó antes de reunir el valor para tocar el cuello de Legolas. Se estremeció involuntariamente al tocar la terrible abrasión causada por la cuerda y buscó el pulso. Por fin suspiró de alivio cuando lo encontró. Era débil, pero existía.

"Está vivo, pero se está desvaneciendo. ¡Y está ardiendo!"

Elladan ya estaba soltándole las muñecas y Aragorn intentó tener cuidado al quitar la cuerda del cuello de su amigo. Pero tan pronto como la quitó, el cuerpo de Legolas actuó por reflejo. De repente jadeó y empezó a convulsionar.

"¡Sostenedlo!" –gritó Aragorn, agarrándolo por los hombros.

Los gemelos contenían el movimiento de sus extremidades a duras penas y entonces Legolas abrió la boca como si fuera a gritar, pero no emitió ningún sonido. Los hermanos tenían los ojos húmedos al ser testigos de su sufrimiento y no comprendían cómo se las había arreglado para seguir con vida.

Después de un minuto entero, el cuerpo de Legolas se aflojó en brazos de sus amigos. Seguía con los ojos cerrados y temblando. Su normalmente etéreo rostro estaba casi gris y lleno de sangre y suciedad.

Tormenta en el ReinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora