Estábamos sentados juntos en el hundido sofá. Carl me abrazaba, pasando uno de sus brazos por mis hombros, y yo entrelazaba mis dedos en su mano.
Ninguno de nosotros hablaba,
con el silencio bastaba. Rick se había subido con Judith arriba a descansar un poco.
Me levanté y me dirigí a la cocina. Él vino detrás de mi.
-¿En serio tienes que estar siguiéndome? -Pregunté, sonriéndo.
-Es lo que provoca esa camiseta tan corta... Ufff.
Yo me empecé a reír.
-¡Eres idiota!
- Y tú una princesa.
-Pero TÚ princesa.
-Y yo TÚ idiota.
Yo me había sentado en la encimera que había en mitad de la cocina, ya que no era muy alta. Tenía a Carl justo frente a frente. A la misma altura.
Él abrió mis piernas, se pusl entre ellas y me besó.
Ah, esto si que es vida.
"No te acostumbres mucho, pronto te joderán. Y no, no en ese sentido. Guarra" Aaaish, lárgate.
Ambos profundizamos el beso, Carl acariciaba mi pierna y yo su abdomen por encima de la camiseta.
-¿Hola? -Llamaron a la puerta. Esa voz me era familiar, muy familiar.
Carl se separó de mi, y yo permanecí en la misma posición, mirando como abría la puerta.
-... - Al principio no dijo nada, y luego, reaccionó, sacando su pistola. -¿Dónde está Wells?
-Aquí está Wells. -Dije yo, levantando la mano para que mi padre me viera.
Maldita conciencia.
Mi padre entró, sin que nadie le invitara.
-¿Qué haces ahí subida? Esa camiseta parece que es de una prostituta. -Mis mejillas se comenzaron ateñir de rojo. De rabia.

ESTÁS LEYENDO
The Walking Dead: Los zombies no nos lo impiden...
De TodoWells Williams. 14 años, solitaria, alegre y muy dulce. Hija del Gobernador. Carl Grimes. 15 años, solitario, frío y bastante triste. Hijo de Rick Grimes. Un muerto se interpondrá entre ellos.