Secretos III

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-Yo... ¿Co- cómo lo sabes? -Tartamudeé, sorprendida por sus palabras.

-Ya hablaremos de eso más tarde. -Me respondió, levantándose de la silla y avanzando por un pasillo que, al igual que el resto, era completamente blanco.

Me apresuré a levantarme y dejar el donut que estaba comiendo encima de la mesa y a andar de forma apresurada tras ella, hasta llegar a una habitación llena de microscopios, pipetas, y frascos de cristal. Típico laboratorio...

-Buenos días, señorita Smith. -La saludó un hombre con canas y ataviado con una bata de un blanco impecable. -Y, claramente, a la señorita Williams, que ya se ha despertado.

Me puse colorada, puesto que debía de haber estado durmiendo durante bastante tiempo, pero luego lo recordé: ¡ellos me había traído aquí a la fuerza!

-Pues... -Comencé a decir, pero sin apenas darse cuenta, Lisa me cortó, comenzando ha hablar con él de temas que no me incumbían, por lo que comencé a divagar sobre los chicos.

¿Qué estarían haciendo? ¿Habrían salido a buscarme, o simplemente se había quedado ahí, sin hacer nada? 

Y Carl, ¿qué narices estaría haciendo Carl? 

-Wells, vamos. -Me llamó aquel hombre cuyo nombre aún desconocía, ¿cuándo tenía pensado presentarme?

Sin saber muy bien qué hacer, miré a la única persona que conocía aquí, esta señora joven, alta y rubia que me había arrebatado de los brazos de mi padre para... ¿Para qué? Apenas y me ha contado que necesitan mi ayuda. Asintió con la cabeza y me dedicó una sonrisa reconfortante, por lo que supuse que debría de irme con él.

Cabizbaja, me acerqué a él arrastrando los pies, saliendo de la extraña habitación por otro de los incontables pasillos que deberían de haber aquí. 

Y ahora que me doy cuenta, desde que hemos llegado, no he visto ninguna ventana ni nada que nos cominuque con el exterior...

-Me llamo Raph. -Me dijo él, sacándome a la fuerza de mis ensoñaciones. -Y por favor, agradecería que te guardases tus, seguramente ingeniosas, referencias a Los Simpsons. -Bromeó, soltando una carcajada.

-Yo... -Vaya, no sabía qué decir. Ralph imponía bastante, aunque parecía que las apariencias engañan...

-Tranquila, Willy, no tengo planeado comerte... de momento. -Creo que mi cara debió de ser todo un poema, porque esta vez se empezó a reír con más ganas que antes. -Tranquila, sólo bromeaba. Antes tú también lo hacías, que pena.

-Yo sigo... Espera, ¿cómo sabes tú eso? -Espeté, aunque sin levantar mucho la voz. Sólo lo suficiente como para dejar de hablar entre susurros.

-Ya te iré contando. -Respondió, encogiéndose de hombros.

Enfadada de que todo el mundo aquí me respondiese de igual manera, iba a responderle cuando él mismo se paró frente a otra puerta... Por Dios, que mareo, esto parece más bien un laberinto. Justo cuando traspasé el umbral de la puerta, sentí dos pares de fuertes manos sujetarme por los hombros, y a Ralph frente a mí, con una sonrisa parecida a la del gato de Alicia en el País de las Maravillas.

-Tranquila, Wells, será sólo un pequeño pinchazo...

Siento mucho haber estado tanto tiempo desaparecida, pero he vuelto!

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Pau

The Walking Dead: Los zombies no nos lo impiden...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora