Capitulo III

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P.O.V Bella


Última llamada para las apuestas- dijo el asistente de mesa.

-Vamos será negro- dijo Mike ansioso, mientras miraba como la ruleta giraba y giraba. Incluso yo estaba expectante.- ¡Aquí vamos!, ¡sí!- gritó Mike en celebración. Me sujetó en sus brazos fuertemente.

Caminamos felices hacia la cafetería del casino. Llevábamos ya cuatrocientos dólares en solo media hora. Pedimos café y muffins.

-Amor, dijimos que no íbamos a continuar- le recordé a mi esposo. Mike parecía ido con tanto entusiasmo. Agarró una moneda del bolsillo de su pantalón y la acercó a la mesa.

-Cara nos detenemos, sello seguimos, Bells- dijo colocando la moneda sobre su palma. Yo estaba indecisa.

-¿Más café?- preguntó de la nada la camarera. Pude notar la mirada reprobatoria en su rostro. Seguramente parecemos de esas parejas con problemas de adicción a las apuestas, no pude evitar esbozar una sonrisa.

-No, gracias- dijimos al mismo tiempo. La mujer se fue sin decir nada.

Mike lanzó la moneda al aire y mi corazón se detuvo por un segundo. Abrió su palma y salió sello. Mierda.

(..)

-Último llamado para las apuestas- nuevamente nos encontrábamos frente al asistente de mesa. No pude descifrar si nos miraba divertidos o se burlaba de nosotros, no me interesaba tampoco. Mike apostó todas nuestras fichas en el juego. – No hay más apuestas- repitió.

-Ok, me siento suertudo- Mike frotó sus manos sonriendo.- Digo que apostemos al rojo.-

-Todo al negro- señaló el asistente. Yo miraba confundida a mi esposo, lucía nervioso.

-Siento que es el negro, ¿sientes que es el negro, Bells?- comentó exaltado mirándome.

No comete nada, por dentro me sentía ansiosa. El asistente comenzó a girar la ruleta y la pelotita empezó a pasar rápidamente por todas las casillas.

-Lo pondré en el rojo- dijo moviendo todas las piezas al cuadrado rojo sin perder de vista la ruleta.- No, es negro- dijo volviendo a mover todas las piezas apresuradamente hacia el cuadro negro.

-¿Qué haces Mike?- pregunté confundida, la ruleta seguía girando y cada vez disminuía la velocidad.

-Es negro- dijo seguro. La adrenalina del momento se sentía a mil por hora.- No, es rojo, es rojo.- dijo moviendo por última vez todas las fichas al cuadrado rojo.- ¡Vamos rojo!-

-No más apuestas, señor- dijo el asistente molesto.

-¡Vamos rojo, vamos rojo!- dijo mirando atentamente al juego. Podría jurar que corría una gota de sudor por su frente.

Por un momento, el tiempo se detuvo y la bola cayó en el compartimento negro. Mike maldecía enojado y yo en un instinto alargué mi mano hacia las fichas.

-Lo siento, jovencita- dijo el asistente retirándolas antes de que las alcanzara. Habíamos perdido todas las ganancias de la noche.

Nada podría haber salido peor. Lo juro.

-Estábamos tan cerca- comentó Mike.- Todo es mi culpa-

-No es tu culpa, cariño- dije tranquilizándolo mientras me abrazaba.- Es simplemente parte del juego.- comenzamos a caminar lentamente a la salida.

Pasamos por una mesa atiborrada de gente, donde hombres y mujeres rodeaban un juego de cartas. Me detuve por un segundo espantada, noté que uno de los cinco hombres sentados en la mesa redonda era el puerco estirado de ayer. Mike se acercó interesado a observar.

Propuesta Indecorosa -EDITANDO-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora