Edward nos guió a la mesa situada al centro de la cubierta. Si Mike estuviera aquí, sería la velada más romántica de la historia, pero la triste realidad era otra. Masen me ayudo a sentarme apartándome la silla, lo miré extrañada.
-¿Qué?- preguntó caminando a su puesto.- Puedo ser un caballero cuando quiero.- comentó divertido. Aquí vamos, suspire.
Unos segundos después, una mujer vestida de camarera salió a nuestro encuentro con una bandeja, seguido por otro joven que traía una botella y dos copas.
-¿Champagne?- preguntó Edward mientras el joven colocaba las copas en la mesa y servía un poco en ellas. Asentí sin saber que más hacer. La bandeja traía dos platos de loza con lo que parecía risoto con camarones, se veía delicioso. Luego se retiraron los camareros y quedamos nuevamente a solas.
-Estás tan callada- afirmó tomando su copa y llevándola hacia sus labios. Me miraba detenidamente, observando cada movimiento que hacía. Podría decir que estaba un poco nerviosa, pero realmente solo estaba expectante. Solo quería que esta noche terminara rápido, aunque no pude evitar pensar que la comida estaba deliciosa.
-¿Está todo bien?- preguntó Edward, supuse que en relación a la cena.
-Todo está delicioso, gracias- comenté mirándolo por un segundo. El ambiente estaba claramente tenso.
-¿Y tú? ¿Lo estás?- parecía realmente preocupado, lo cual me impactó un poco.
-¿A qué se debe tu pregunta?, ¿realmente estás interesado en cómo me encuentro?-pregunté sarcástica. No le compraba en absoluto su preocupación.
-Solo quiero ser educado- dijo dejando el tenedor a un lado.- Tengo una idea- dijo sirviendo más champagne en nuestras copas. Llevábamos ya casi veinte minutos sentados en silencio y se volvía aburrido.
-¿Qué cosa?- pregunté mientras me llevaba a la boca el ultimo trozo de de camaron, Edward por su parte ya había terminado.
-¿Puedo hacerte unas preguntas?- dijo interesado.- Solo quiero saber más de ti.- Pensé que me pediría cualquier otra cosa, menos eso. Estaba un poco sorprendida.
-Emm, seguro.- respondí extrañada.- Pero lo justo es que yo también pregunte- dije envalentonándome. Si podía alargar la noche solamente hablando, por mi estaba bien.
-Me parece perfecto- dijo expectante.- Damas primero- Pensé unos segundos indecisa.
-¿Eres de Washington?- esbocé sin saber que más preguntar. ¿En realidad había acaso algo de lo que quisiera saber de este hombre?
-Esa es fácil, Isabella.- dijo casi sonando aburrido.- Nací en Nueva York, pero sinceramente no me gustan mucho las ciudades grandes, además aquí en Seattle vive casi toda mi familia, así que no me molesta vivir aquí.- bebió de su copa y me preguntó.- ¿Cuál es tu color favorito?- ¿Qué? Eso no me lo esperaba y sonaba muy en serio.
-¿Enserio? ¿de verdad estas preguntando cual es mi color favorito?- pregunté sorprendida.
-Muy enserio Isabella, no bromeaba cuando dije que quería saber de ti.-
-Mi color favorito es el verde- dije casi graciosamente, ¿acaso no había pregunta más extraña? ¿Qué le importaba si mi color favorito era el melocotón? Dios, Edward era un raro.- ¿Frecuentas mucho el Roxy's?- pregunté.
-Me gustan los juegos de azar, pero no soy un adicto a las apuestas- dijo rápidamente.- ¿Supongo que tu si eres de Washington?- cuestionó interesado.
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Propuesta Indecorosa -EDITANDO-
Fanfic-¿Qué dices? ¿No está satisfecho?- Mike parecía confundido. -¿Quién lo está?- -Yo lo estoy- dije segura, mirándolo a los ojos. A pesar de las carencias económicas que teníamos, yo soy feliz con mi esposo. -¿Lo dice en serio?- le preguntó a...