Capitulo VIII

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P.O.V Bella

Sabía que algo así pasaría. Supongo que cuando haces un trato con el diablo, eventualmente pagas el precio.

Mike finalmente se fue de la casa. Todavía no podía creerlo.

Luego de nuestra pelea, llegó pasada la media noche, traté de hablarle, de que recapacitara, pero no hubo caso. Estaba decidido.

Tomó todas las pertenencias que más necesitaría y se fue...

-Oh, hola, Bells- respondió Paul, uno de los mejores amigos de Mike. Sabía que se estaba quedando con él, lo cual no me tenía contenta.

-¿Está Mike ahí?- pregunté tímida, solo quería saber que estaba bien.

-No estoy aquí- escuché lo que Mike decía a través del teléfono.

-Sí, está justo aquí. ¿Quieres hablar con él?- preguntó ignorando lo que él le dijo.

-No, no quiero hablar con él- dije indecisa. No sabría que decirle de todas maneras.

-Mira, Bella...- comenzó a hablar un poco más bajo- Él te ama, tu lo amas. Tienen que intentar arreglar esto, todo es bastante simple, ¿sabes?-

-Dile que se quede con el dinero- declaré tratando de no pensar en sus palabras anteriores.

Había estado pensando estos días sin él y sabía que el dinero no me pertenecía, ni siquiera lo merecía. Tampoco lo quería, así que solucioné que lo mejor sería entregárselo. Yo me las podía arreglar luego.

-No quiero nada de él- lo escuché murmurando a lo lejos.

-Mike...- respondió Paul hablándole a él, olvidándose de que yo estaba en la línea.- Ella dice que no quiere el dinero.-

-Yo tampoco lo quiero- contestó molesto.- No quiero dinero sucio...-

Colgué el teléfono al segundo. No quería que Paul me escuchara llorar.¿dinero sucio? Ahora si me sentía de lo peor..

(...)

Las siguientes semanas sin Mike se sintieron como meses. Me volví muy buena en admirar murallas y en parecer un zombie.

-Bella- me llamó mi jefa, Carmen Denali. Me había quedado nuevamente observando el aire.

-Hay un hombre afuera que quiere ver mansiones de más de diez millones de dólares- dijo entusiasmada.- Ha pedido explícitamente que lo atiendas tú- Giré mi vista hacia el ventanal que daba al vestíbulo de las oficinas y casi me da un ataque al corazón. ¡Era Masen!

-Encuentra a alguien más- respondí tajante. No lo quería ver ni en pintura a ese hombre.

-¿Qué encuentre a alguien más?- me miró como si estuviera loca- ¿Estás enferma o algo?- preguntó mirándome extrañada.- ¿Sabes cuál es la comisión si vendes una casa de diez millones de dólares?- Claro que sabía, pero no quería más dinero que proviniera de él.

-No puedo hacerlo, Carmen.- dije mirando de reojo la ventana. Edward parecía ajeno a lo que pasaba aquí.

-Tienes que hacerlo. Eres la mejor corredora de propiedades que tengo.- dijo sonando, no supe descifrar si desesperada o enojada. Quería pensar que la primera.- Eres la que pide y si eso quiere, eso tendrá.- contestó cruzándose de brazos frente a mi escritorio. Sus palabras causaron estragos en mí. Casi me reí, ¿lo que él quiere, él lo obtiene? Me sonaba terriblemente conocido.

-Lo siento, no puedo.- dije negándome rotundamente a hacer eso. No podía ceder ante él.

-Bella, nunca soñaría en forzarte a hacer algo en contra de tu voluntad.- dijo sonando más tranquila.- Excepto esta vez. Así que ahora mueve tu trasero o estás despedida.- dijo enderezándose y caminando a su oficina. Estaba impactada.

Propuesta Indecorosa -EDITANDO-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora