-. C O R R U P T U S .-

It's over.

...

—¿Dónde... dónde estoy? — Zero parpadeó un par de veces antes de aclarar su vista —¡Morty!

Nada.

No había absolutamente nada en aquel cuarto, un blanco inmenso que amenazaba con cegarlo era lo único que bañaba ese lugar. No había nadie más además del silencio.

—¡Dónde está Morty!

Trató entonces, de moverse para ver cuán extenso era el lugar, pero estaba atado con una especie de cadena luminosa que le dejaba arrastrarse unos cuantos pasos; sus muñecas conectadas al piso; y en su cuello un collarín que apenas si se sentía.

"Cuenta regresiva iniciando, tiempo para la transmisión de juicio por terrorismo contra los Mortys"

"Tres" 

La cárcel de los Ricks era peor que la de la Federación Galáctica; al ser un sitio donde sólo se admitían Ricks, los castigos eran más personalizados [Sí es cierto, en la Federación Galáctica había cientos de monstros molestos, pero eso lo único con lo que los Ricks tenían que lidiar en una eternidad; comparado con este sitio, estar allí eran unas vacaciones].

"Dos" 

La base data leía los peores miedos del Rick acusado, y de manera individual se proyectaban en las cuatro paredes del cuarto blanco; haciendo una especie de montaje 3D indetenible, con la habilidad de oler y sentir texturas. Repitiéndose una y otra vez.

"Uno"

Si hubiesen encarcelado a Rick unos meses antes, él podría incluso disfrutar de sus temores ¿pues qué sentido tendría la vida si no nos dejamos llenar emociones? Sus miedos eran también sus fantasías: morir; ojala y le llegara una muerte prematura.

Pero una cosa era proyectar un dolor en él mismo, y otra adherírselo a alguien inocente. Maldita sea la hora en la que conoció a Fan Morty, todos sus miedos se proyectaban en él.

La celda blanca lo transportó a un callejón de la ciudadela donde algún sujeto desconocido acorraló al menor a golpes. Verlo sufrir a manos de algún extraño, oler la fresca sangre derramarse de su cuerpo, oír sus gritos de desesperación que sólo clamaban su nombre:

 ¨Ayúdame Zero, ayúdame por favor...¨

Zero pasó las siguientes horas en extrema ansiedad, cada segundo era peor que el anterior y sus extremidades atadas no hacían nada más que volverlo loco, sabía que era una proyección, una farsa realidad, pero al cerrar los ojos su propia mente le jugaba el mismo juego.

Parecía aferrarse en negarlo, y lo estaba logrando ya que las voces comenzaban a sonar distantes y la sangre que le había salpicado comenzaba a resbalarse de él, ahora estaba ganándole al cuarto.

O eso creyó.

El escenario que se derrumbó construyó otro de inmediato pero esta vez, era extrañamente familiar, era su casa, más específicamente en el garaje. No había nadie más que él estando atado en el piso, bastante sospechoso para iniciar un castigo.

Pasos por el corredor le alertaron sobre una persecución, calcetines sobre alfombra, algunas que se caían en en el pasillo y voces que conforme se iban acercando se iban distinguiendo más.

—¡No, ya déjame en paz!

Morty entró desesperado al cuarto, cerrando detrás de sí la puerta que cada vez amenazaba más con derrumbarse, el niño vestía con unos bóxer blancos y un camisón azul largo; lucía aterrado.