"más que amigas"

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El pasaje del tiempo se volvía imperceptible en la quietud de nuestros días. Desde el último atisbo de comunicación hasta el presente, nuestros caminos se habían separado aún más, y el vacío entre nosotras se expandía como un abismo infranqueable. El silencio, pesado y omnipresente, se convirtió en el único testigo de nuestras vidas que avanzaban en direcciones opuestas.

"Creo que ambas nos criticamos por igual, pero eso fue hace un año", murmuré para mí misma en la soledad de mis pensamientos. Las palabras resonaban como un susurro en la penumbra, recordándome la distancia insuperable que había crecido entre Lauren y yo.

No había reconciliación a la vista, solo la fría realidad de que nuestras almas no resonaban en sintonía. No hablábamos, y la mera idea de compartir el mismo espacio parecía una ilusión lejana. La antipatía que cultivamos mutuamente había creado una brecha que ni el tiempo ni el silencio podían cerrar.

A través de las sombras de nuestra enemistad, contemplé las siluetas de nuestro pasado. Recuerdos difusos de risas compartidas y complicidad yacían ahora en la penumbra de la indiferencia. Las imágenes de lo que una vez fuimos se desvanecían como sombras proyectadas en la pared de una memoria olvidada.

La vida continuaba, pero nuestras historias tomaron rutas divergentes, dejando atrás el rastro de lo que podría haber sido. En el eterno presente de nuestro no hablar, cada día se sumía más en la oscuridad de la distancia. Aunque compartíamos un pasado, nos convertimos en extrañas, cada una una figura solitaria en la narrativa de la otra.

La historia entre Lauren y yo, enmarcada por el silencio y la animosidad, avanzaba hacia un final carente de resolución.