"más que amigas"

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En medio de las partituras y las notas desafinadas, un pensamiento resonaba en mi mente, como una melodía discordante que no podía ignorar. "Todos los chicos dicen que eres muy guapa. Algunas chicas también. Yo comparto su opinión." La rabia bullía en mi interior, una reacción visceral ante la admisión interna de que, a pesar de todo, Lauren me atraía físicamente.

Cada mirada furtiva, cada gesto suyo que se colaba en la partitura de nuestra colaboración, despertaba una lucha interna. La rabia no provenía solo de la desconfianza y las heridas pasadas, sino también de la incapacidad de evitar la atracción que surgía, como un acorde disonante, en mi pecho.

Aunque compartíamos un espacio cada vez más íntimo en la clase de música, el abismo entre nosotras se volvía aún más evidente. La conexión física, que en otro momento podría haber sido un puente hacia la reconciliación, se convertía ahora en un recordatorio incómodo de la complejidad de nuestras emociones.

Las palabras no pronunciadas pesaban en la sala de música, creando una tensión palpable. Mis labios, sellados por la rabia y la confusión, no se atrevían a expresar lo que mi corazón murmuraba en susurros. La atracción, como un elefante en la habitación, se volvía cada vez más difícil de ignorar.

Lauren, ajena a la tormenta interna que se desataba en mi ser, compartía notas y acordes con una naturalidad que solo intensificaba mi conflicto interno. Cada vez que nuestras manos rozaban accidentalmente al hojear partituras, el deseo se mezclaba con la irritación, creando un cóctel emocional imposible de desentrañar.