Parte 8

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Continuaron encontrándose una vez a la semana por los siguientes 16 meses.

Cada martes, alrededor de la 1:00 PM, a Beatriz la llenaba el ansia de seguir en su salón de clases cuando Andrés estaba a punto de llegar por ella. Usualmente la esperaba estacionado en la salida principal de su escuela, y antes de salir, ella se tomaba dos minutos para pasar al baño más cercano a retocar su labial y rociar perfume de vainilla en su cabello. Él jamás bajaba del coche para recibirla ni mostraba demasiada emoción. Ella intentaba mantener la misma serenidad.

El departamento de Andrés se encontraba en un piso elevado de un lujoso edificio residencial, y en cuanto daba un paso dentro, todo su cuerpo se estremecía por el vértigo que le producía la vista del suelo desde el gran vitral que reemplazaba la pared de la sala. Andres había heredado una gran cantidad de dinero de su padre, fallecido poco antes de su mudanza, y gran parte lo había usado para adquirir ese lugar. A Beatriz le gustaba que Andrés no solía recibir visitas, por lo que ella se sentía especial de poder pasar tiempo allí.

Todos los martes la rutina era la misma: Tiz entraba por la puerta, controlaba las náuseas que le provocaba la altura, se quitaba los zapatos, saludaba al perro y se acomodaba en una esquina del sillón. Andrés no la besaba inmediatamente, sino que se sentaba en un punto lejano a ella y jugueteaba dedicándole miradas pícaras hasta que ella echaba a reír nerviosamente. Entonces se levantaba e iba hacia ella. para luego sentarse lentamente y tomar su rostro con delicadeza. La besaba de una forma que hacía sentir a Beatriz que él estaba perdidamente enamorado de ella. 

Sobresaliente: Parte II (completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora