Tiz encontró a Fabricio en Instagram después de buscarlo por 17 días.
Cuando vio su foto, enmarcada en un pequeño y lejano círculo, su interior vibró de emoción.
Su antiguo maestro no había cambiado nada. En la imagen aparecía usando su característica y descuidada barba y un par de lentes de sol completamente negros. Dio un click en su nombre, sintiendo como un incontrolable juego de cosquillas comenzaba a recorrerla desde las puntas de los dedos hasta llegar a su estómago.
Era él.
Fabricio tenía 54 fotos publicadas. Un número mediocre comparado con la cantidad de instantáneas que la joven modelo compartía cada día, pero suficiente para que ella se regocijara.
Beatriz parpadeó cuando encontró una imagen de él usando esa camisa con estampado de plátanos que le traía incontables recuerdos de su vida universitaria. Sonrió para sus adentros.
Dudó.
Volvió a su perfil en la red social, y armándose de valor gracias al gusto que le tenía a sus últimas fotografías, le envió una solicitud de seguimiento.
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Sobresaliente: Parte II (completa)
ContoÉl era mayor que Tiz por 13 años. Tiz tenía 19 y era su alumna en clase de literatura inglesa. Y ambos sabían que no debían involucrarse.