Parte 9

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Tiz llegó a su casa después de la fiesta, adolorida por los tacones y más desmotivada de lo que su cuerpo deseaba permitir. Esa sensación pronto se transformó en rabia, inundandola desde los enrojecidos talones hasta el cabello de fantasía.

Subió a su habitación y se encerró allí. Por la siguiente media hora consideró borrar a Fabricio de sus contactos y seguir con su vida de manera normal. Pero su vida normal incluía, invariablemente, pensamientos que la llevaban hacia los recuerdos de su antiguo maestro. Se talló los ojos, corriendo sombras negras por sus mejillas, y exhaló ruidosamente.

***

Andrés no iba a enamorarse de ella y Tiz lo supo desde la tercera vez que lo vió.

Después de un encuentro borroso y poco placentero, escondidos ambos dentro del closet en una fiesta, Beatriz tuvo la certeza de que él no la volvería a llamar.

Habían pasado cuatro días desde su cita, si es que asi podia llamarle a su cena en la taquería, y Tiz no iba preparada para verlo. Llevaba el cabello descuidado, jeans rotos y una playera negra sin ningún adorno. Lo vió entrar al departamento de uno de sus amigos y se apresuró a vaciar su décima cerveza de la noche. Lo siguiente que recordaba - penosamente - era haberlo jalado del brazo hacia una esquina del lugar. No lo besó, y el contacto se limitó a sus dedos que juguetearon tímidamente con su cabello.

- ¿Todo bien? - Andrés le sonreía de cerca.

Beatriz permaneció en silencio sepulcral. Por toda respuesta, abrió sin ninguna discreción la puerta del vestidor, entró en él y le indicó a su acompañante que hiciera lo mismo. No hubo sensualidad, ni mucho menos romanticismo, en los minutos que siguieron. El acto se redujo a una serie mal llevada de caricias y movimientos de cadera, que no provocaron magia ni explosiones en la mente de ninguno de los dos.

- Oye - ella soltó una risita de repente. - ¿Te gusto, verdad?

Sus pies no tocaban el suelo y toda su fuerza estaba concentrada en apretar con las piernas el cuerpo de Andrés. Él, por su parte, la sostenía de los muslos con la nariz hundida en su clavícula. Andrés se apartó y sonrió extrañado.

- Pues claro. ¿Qué momento es este para preguntar eso?

Beatriz no recordaba el resto de la conversación y su memoria daba un drástico salto hacia el cuarto encuentro.

Sobresaliente: Parte II (completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora