Beatriz pensó en una docena de cosas que decir, pero al final optó por quedarse callada. Fabricio tomó el silencio como una señal para seguir, impulsandolo a colocar sus manos en la cadera de su antigua alumna. La mente de Tiz comenzó a imaginar situaciones a una velocidad que la aturdió. Cerró los ojos y se inclinó sobre la pared, sosteniéndose primero con las manos para luego pasar a recargar los antebrazos mientras sentía como Fabricio se meneaba tras ella. Continuó presa de las sensaciones hasta que su frente chocó contra el muro. Notó entonces que se había hincado en el sillón y que el maestro, de pie pegado a su espalda, le acariciaba las piernas lentamente formando ochos. Sus párpados volvieron a pegarse instintivamente, concentrando la atención de todos sus sentidos en la respiración cálida de Fabricio cerca de su oreja y en el suave sonido que producía al exhalar.
"Eres tú quien está respirando" una voz en su cabeza la alertó de los sonidos que producía inconscientemente. "Oh" se respondió a sí misma. Se concentró en escucharse: el sonido del aire entrando y saliendo por su boca, como si fuera el mar ondulandose lejanamente. Los dedos de Fabricio, deslizándose bajo su vestido, la sacaron de su ensimismamiento.
El maestro también pensaba en frases que decir, sin encontrar una que fuera lo suficientemente adecuada. La espada de la joven se arqueaba ante él, y sus muslos, descubiertos bajo un corto vestido negro le impedían articular palabra.
Separó los labios, pero ningún sonido salió de su boca. Sus dedos se deslizaron sin pedirle permiso por debajo de la tela. Pronto se aferraron al encaje color guinda que cubría el cuerpo de la joven. Se aferraron a él y Tiz tuvo que esforzarse para no golpear su frente nuevamente. Lo siguiente que la joven percibió fue la prenda rozándose contra sus muslos hasta llegar a sus rodillas. Y después, el cierre del pantalón de Fabricio deslizándose.
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Sobresaliente: Parte II (completa)
Short StoryÉl era mayor que Tiz por 13 años. Tiz tenía 19 y era su alumna en clase de literatura inglesa. Y ambos sabían que no debían involucrarse.